Estamos a horas de llegar al día clave de unos de los procesos electorales más comentados, analizados, mediatizados y controversiales de los últimos tiempos para las democracias de occidente y para ser específico del llamado Primer Mundo: las elecciones en USA 2016.
Nuestro vecino y socio comercial elegirá -como bien han dicho los analistas- entre el peor representante de una sociedad capitalista que basa sus valores en la cultura del show bussines o entre una veterana figura del sistema político norteamericano, mismo que no ha sabido responder a la expectativas y aún siente los efectos de una recesión económica que no ve para cuando acabar, ¿difícil situación?
La afectación que pueda resultar de la batalla electoral y que conoceremos con mayor claridad en días próximos tiene afectaciones más allá de los campos económicos y en materia de política global, ya que además expondrá el estado de salud que guarda el sistema democrático y político de este lado del mundo, no estaría de más preguntarse ¿será tiempo de cambiar? ¿de hacer ajustes? o ya de plano ¿nos cargará el payaso?
También hace notar el potencial que mantienen los medios de comunicación tradicionales en la construcción de líderes de la nada, fenómenos mediáticos que nacen carentes de méritos propios en el plano político. Exhibe el frágil estado en el que se encuentra la democracia y el sistema representativo que se aplica en las principales naciones del mundo.
Las redes sociales se ubican en una polarización que parece impedir el diálogo y el intercambio de ideas concretas, irónicamente incomunican a la sociedad de la información, más aún su impacto en la opinión pública se observa limitado ante la penetración que tiene en los sectores sociales el discurso confrontativo generado en este proceso.
Se han dicho hasta lo que no, se han dicho casi todo.
De todo lo visto, leído, comentado y/o publicado sobre las elecciones #USA2016 queda el discurso de Michelle Obama en Manchester, un gran momento que se vuelve necesario en medio de tanto caos retórico.
Ahora a esperar el final.
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