A poco más de un mes de que termine el año realizamos nuestro tradicional recuento de lo que nos dejó la música y comenzamos con el aporte de los artistas estadounidenses.
Billie Eilish
El pop lúgubre de la angelina está ocasionando comportamientos que se habían perdido, con jóvenes escuchas consiguiendo álbumes físicos para escucharlos por completo. Difícilmente queden atrás estos tiempos del streaming con artistas soltando pieza tras pieza para armar el rompecabezas, pero en la propuesta de esta joven de 18 años se nota la idea de entender cada tema como un miedo o temor que conforman un todo.
Es por eso que estamos ante un trabajo lleno de personalidad, íntimo y que en cada pieza busca definir uno de los muchos aspectos que pueden conformar la identidad de un adulto joven, preocupado por llegar a la mayoría de edad y al mismo tiempo incapaz de afrontar nuevos retos cuando aún no ha podido superar añejas pesadillas.
Presumiendo un amplio registro es capaz de engancharnos en esta alta dosis de pesimismo juvenil.
Fidlar
Un álbum cargado de chacoteo, con referencias evidentes y toda la intención de encantar con sus temas pegajosos.
Musicalmente está plagado de guiños, lo que deja poco espacio a la inventiva, pero siguen siendo poderosos en el aspecto lírico, tan es así que este trabajo representa una prueba de que en la ironía podemos encontrar la profundidad que a las agrupaciones mainstream les está faltando.
Imposible definirlos, porque a veces son oscuros, en otros tema son divertidísimos y también presumen sus dotes musicales en lo que parece la apropiación de formatos de otros tiempos. Como una rockola pero con voz propia y su personalísima agenda.
The Claypool Lennon Delirium
Claro que suena a The Beattles, toda vez que el vástago de John Lennon es parte vital de este proyecto que podría considerarse una extraña fusión del primer Pink Floyd con el cuarteto de Liverpool. Se trata de una experiencia lisérgica de la cual es imposible quedar indiferente.
No logra, desde luego, el estatus de ícono de ninguna de las piezas de Ringo, John, Paul y George, pero tiene una «onda» propia, muy asentada en la realidad de hoy, con sus tintes depresivos pero sin perder la ruta del acorde experimental y progresivo.
Es por encima de todo una continuación de lo que Sean y Les Claypool (Primus) comenzaron con un disco que la rompió con todo. ¿Es mejor? No. Es diferente. El primero fue un golpe de autoridad, éste es la depuración de formas y sonidos que dan como resultado melodías que combinan perfecto con todo, tan energéticas que se quedan impregnadas en la mente aún cuando el género no vaya con cualquier oído.
Tyler, The Creator
El Creador sigue demostrando que puede llevar la «música de la calle» a nuevos niveles y para presumir sus dotes nos adentra en la historia de un chico que debe elegir entre una relación secreta y la que tiene en su vida pública. Hasta ahí no hay novedades, lo que realmente funciona como un «gran viaje» es el modo tan diverso de contar esta anécdota, track tras track, modificando estilos y ritmos, permitiendo que cada canción tenga una identidad que embona perfecto con un estado de ánimo.
Lo mejor es que se nutre de la amplia diversidad de la música negra para hacer algo más cercano al pop -en ocasiones- y partir de una base de R&B que se va transformando conforme el álbum y la historia maduran.
Kim Gordon
Pocos intérpretes pueden cantar de modo tan rasposo la realidad triste que vivimos. Se desborda en ingenio para contarnos el desastre con la autoridad que le otorga haber vivido tiempos de dulzura en Sonic Youth y ver el desmadre mundial que traemos ahora con una economía dispuesta a subsistir a costa de los jodidos.
Para comprender esta lectura hay que esforzarse por dejar de lado todo el ruido que podría distraernos. Así, entre diversos modos y texturas, la neoyorkina se burla, señala y sataniza muchos de los formatos actualmente aceptados en el que nos conducimos o hemos llegado a entender la existencia moderna.
Se trata de un pop desafiante. Y decimos pop pese al tratado experimental, porque busca siempre ser disfrutable, aunque la realidad expuesta sea una bofetada a nuestras creencias y un violento golpe sonoro ante su caracter abstracto.
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