Algo que no veíamos venir era el éxito que tendría la nueva versión de “La Casa de los Famosos México”, un formato que proviene de una formula con más de dos décadas de existencia en la televisión contemporánea y que parecería no daría para más.
El resultado actual tira cualquier especulación o idea de que la “televisión de realidad” ya no daría la nota en nuestro país.
Pero, ¿cuáles fueron los factores o motivos para el éxito que tiene la edición 2023?
Mucho se refiere al cast que integra a esta nueva versión, en especial por la inclusión de personajes tan diversos como la propia Wendy Guevara, quien de lograr la gran hazaña se convertiría la primera persona trans en ganar un reallity show, producido y transmitido por una televisora nacional de tanta tradición y peso como Televisa.
¿Algo podría estar pasando en el reconocimiento de la diversidad y no nos estamos percatando del todo?
También la incorporación de personas como Poncho de Nigris, quién nació y creció en formato del reality; o la incorporación de Sergio Mayer, uno de los elementos más veteranos en el mundo del espectáculo de la casa, que incluso ha tenido sus momentos dentro de esta etapa nacional nombrada como la 4T.
Todos suman al interés nacional que ha despertado el programa en su nueva edición.
La diversidad de fuerzas, experiencias de vida, de personalidades y personajes permite observar, como hace mucho tiempo no pasaba en la televisión nacional, una radiografía de la composición que hoy en día se refleja en el país, no solo por la obvias razones de las diferencias, si no por los contextos que conviven.
Por ejemplo, la dupla entre un migrante peruano de clase popular, Nicola Porcella (quién además rompe con el estereotipo de las personas originarias del Perú), y Emilio Osorio, hijo del reconocido productor Juan Osorio y “la mujer escándalo” por excelencia, Niurka Marcos; ambos de mundos tan diferentes pero atravesados por ese espejo llamado “fama”, esta construcción social que los posiciona a las personas en una escala diferente de las masas.
Es ahí donde radica la importancia del cast y como este ha podido dialogar, acordar y avanzar a pesar de sus diferencias y ambiciones personales, algo que parecería imposible en un momento en el que la realidad política de un país confrontado desde la investidura presidencial no deja ver otra opción más que el desacuerdo y el control desde el sometimiento y la descalificación entre las clases sociales o grupos ideológicos históricamente confrontados.
Es precisamente ahí, en la capacidad de acordar (o manipular muchos dirían) que se vislumbra una muestra de que el respeto y entendimiento por el bienestar colectivo puede abonar más que la lucha sanguinaría por el poder, esto suena a una utopía de la teoría política, pero vaya, de esperanza e ilusiones aún se alimentan las historias.
Ya sé, aquí vendrá la idea de que no todo el programa se puede resumir en el triunfo de la estrategia del #TeamInfierno para llegar a la final, ya que eso representó (literal) echarse a los que simbólicamente serían sus contras, el #TeamCielo, y ahí uno se pregunta, ¿dónde está el acuerdo y el respeto hacia la otredad?
Pero una cosa es la lucha por el control del espacio y otra, es la capacidad de dialogar y acordar dentro de un mismo grupo, a pesar de las diferencias, a fin de obtener o alcanzar objetivos que se pueden compartir.
Quienes hemos seguido el programa, hemos visto desde confrontaciones por entender realidades tan personales como la transexualidad, hasta el cambio de paradigma en la manera de entender la clases sociales y las brechas de desigualdad que pueden marcar a las personas, más no condenarlas a un destino manifiesto, constructo que en el imaginario se ha asentado como un sistema social clasista en el que la única posibilidad de existir es el origen del nacimiento y para cambiarlo se necesita mucho sufrimiento y validación.
No obstante estas situaciones no han mermado en la capacidad de acuerdo de quienes ya por fin llegan a la final, a pesar de que todos representan fuertes y peligrosos competidores entre sí.
Por esto y más, la nueva versión de “La Casa de los Famosos México” puede estar en el gusto nacional y ser un fenómeno no esperado, ya que fuera de la fantasía de la ficción expone que las diferencias no son motivo de confrontación o desacreditación, por el contrario son oportunidades para reconocer las desigualdades y la diversidad.
Además, la capacidad de diálogo se convierte en el ingrediente necesario para generar espacios en los que de manera justa y pacífica se pueden construir acuerdos justos y legítimos por quienes así se muestren dispuestos en avanzar por un mejor final y más incluyente final.
Por Óscar Mendoza
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