Bahidorá: Proyectos sustentables ante el cambio climático

Como asiduo consumidor y asistente de actividades culturales y festivales musicales, poco a poco me he hecho de un cartel anual al cual acudir y que espero con ansias.

Podría decir que mi año comienza con la llegada de febrero y la cita que desde el 2019 cumplo es con el Festival Bahidorá, un carnaval, o más bien, una fiesta sobre la diversidad cultural, las tendencias musicales y la expresiones artísticas que invade por 3 días (lo que dura el evento, sin contar el montaje/desmontaje) el Parque Natural Las Estacas, en Morelos, México.

Este espacio se ha convertido, a mi parecer y desde mi consumo cultural, en el banderazo que marca el arranque de las temporada primavera-verano de festivales en el país, y es una experiencia única.

Música, arte, libertad, buena energía, sentido de colaboración, “sustentabilidad”, “conciencia” y respeto en un espacio natural, en el que todo se permite, siempre y cuando no se afecte a la otredad ni al ecosistema.

Es precisamente en la “sustentabilidad” y “conciencia” en donde pongo los puntos peligrosos a reflexión, ya que para esta edición 2024 el festival en algo se vio afectado a partir de estas dos características que lo distinguían y lo hacían único: la magia se perdió debido a que gran parte de la fiesta y los escenarios se desarrollaron lejos del río para afectar lo menos posible a la flora y la fauna del Parque Natural Las Estacas y ¿cómo no?

Estamos ante una emergencia mundial, el calentamiento global es una realidad que estamos viviendo en todas partes del mundo. Cómo olvidar el extremo calor que sentimos apenas el año pasado o la sequía que amenaza severamente la viabilidad de la capital del país, por lo que los cambios que afectaron el desarrollo de la edición 2024 de Bahidorá son solo una muestra de como incluso los proyectos que se distinguen por sellos de “sustentabilidad”, acciones de “conciencia ecológica” y respeto del medio ambiente, deben cambiar para aminorar el impacto ecológico y bajar el daño que le estamos haciendo a nuestro planeta.

Las acciones urgen, ya no hay tiempo para perder ni decisiones para titubear.

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La emergencia mundial a la que comenzamos a enfrentarnos, por no decir atender, esto a pesar de que ya existen desde hace mucho tiempo atrás -2 a 3 décadas- avisos de la urgencia, requiere de decisiones y cambios en las actividades humanas fuertes y contundentes, incluso, en aquellas que parecieran lo más inofensivas y “sustentables”.

Es una urgente necesidad que debemos atender como especie humana si es que queremos tener un futuro más prometedor para esta generación, las que ya están y las que vienen.

Lo que pasó en Bahidorá 2024 es un llamado a la reflexión sobre la viabilidad de proyectos que se relacionan directamente con espacios naturales, pero también con proyectos masivos que al final generar grandes aglomeraciones con fines de esparcimiento y entretenimiento, las empresas ahora deben considerar a como de lugar políticas de manejo de residuos, cuidado del agua, y disminuir la huella de carbono, ya que de no atender el llamado mundial para combatir las fuentes generadoras que aceleran el calentamiento global, los efectos se sentirán cada vez más, complicando la de por sí cada vez más intensa realidad en la que vivimos.

El llamado a la acción es ahora, el cambio por un futuro más prometedor es ya.

No me despido sin dejar la entrada del blog de la página de Bahidora, en la que el propio festival explica los esfuerzos que realiza para aminorar la huella de carbono, mismos que no fueron suficientes, por lo que tomaron las decisiones que se presentaron en la edición 2024: Bahidorá y la huella de carbono.

Fotos de las redes sociales de Bahidorá
Texto: Óscar Mendoza