Ritu Raman es una científica egresada del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT por sus siglas en inglés), responsable de la investigación de biofabricación.
Para entender mejor el enfoque, Raman compara un gusano con un smarthphone: “Ambas son máquinas, una viva, la otra no, pueden detectar cambios en sus entornos”.
Sin embargo existe una gran diferencia sobre la que Raman construyó su investigación, “Si levanto mi teléfono ahora mismo y lo tiro al otro lado de la habitación, se romperá” comentó.
Por otro lado, el tejido vivo, puede sanar, crecer, fortalecerse y aprender, una fusión entre ambas partes daría una base prometedora para las máquinas biofabricadas, entre otras ventajas.
Dentro de los laboratorios del MIT Raman construyó un robot parecido a un gusano con músculos fabricados en laboratorio, los cuales envuelven un esqueleto sintético. Similar a los músculos, el tejido artificial utiliza carbohidratos (azúcar) como combustible. Además, el diseño lo hace sensible a la luz, haciendo que este se mueva a voluntad propia.
“Empezamos a ver de inmediato que podían hacer cosas que los robots normales no podían hacer, podrán hacer ejercicio y hacerse más fuertes. Podríamos hacer que se recuperen del daño, todo gracias a que son enteramente hechos de materiales biológicos “ aseguró Raman.
Estas características brindan diversas ventajas en campos potenciales como la ingeniería, medicina y la agricultura hasta los departamentos de defensa.
El tejido de laboratorio podría reemplazar el tejido dañado o enfermo, en un futuro se pretende hacer un diseño basado en la creación de órganos completos que asemejen el funcionamiento de cualquier órgano.
Desafortunadamente para la ciencia en este momento, este tipo de desarrollo aún está en su etapa inicial y sólo pueden ser creados tejidos sencillos.
Sin embargo, hay potencial para un desarrollo mas completo, aseguró la investigadora Raman. “Porque tenemos miedo de las lesiones y las discapacidades y por supuesto, tenemos miedo de morir, pero fabricar un ojo, que necesita vasos sanguíneos, sistema inmunológico y miles de millones de células, es muy complejo”, dijo al respecto.
“Si pudiéramos prepararle carne, imprimirle un bistec o hacerle una hamburguesa, esencialmente tendría el mismo aspecto, sabor y olor, es posible que no pueda notar la diferencia” dijo la científica.
En Singapur, es posible comprar pollo y res de laboratorio, en comparación con la carne tradicional el producto es caro, pero tiene beneficios ambientales y de otro tipo.
Por otro lado, las células vivas cultivadas en laboratorio aún presentan dilemas éticos: “Cuando estás construyendo cosas con células vivas, no significa técnicamente que lo que estás construyendo esté vivo” comentó Raman. La interrogante planteada por parte de los investigadores en biofabricación es ¿Cómo se definirá lo fabricado en un laboratorio?.
La respuesta a esta interrogante podría venir de la fuente menos esperada, los cómics, Raman encontró en estas ilustraciones algunas de las preguntas a plantear en los comités de ética. “
Los cómics de superhéroes nos permiten hacer preguntas como, ¿Qué pasa si le das a alguien músculos super fuertes y luego se vuelven super fuertes? ¿Qué tipo de implicaciones éticas tendría eso? ¿Qué responsabilidad tienen con su comunidad?” aseguró.
NotiPress/Ricardo Cocoletzi
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