A veces, una historia en apariencia pequeña encierra toda la grandeza del mundo. “Brooklyn” supone una trama ya contada, la del migrante que llega a un lugar nuevo en donde decide radicar y la nostalgia por el hogar o lo que nos significa nuestro no nos permite, de inicio, ver lo que podemos aprender, ganar y experimentar.
En “Brooklyn” veremos la transformación de Eilis Lacey (Saoirse Ronan), no sólo en sus modos y vestimenta, sino en su forma de pensar. El filme de John Crowley es la travesía de una mujer de una ciudad a otra y su respectivo regreso y el cambio emocional y mental que ello ocasiona. Sin embargo, no estamos ante una cinta que denuncia el trato hacia el diferente o las penurias vividas por quienes radican en las metrópolis, es un trabajo dulce y delicado que se va haciendo fuerte a cada minuto que la protagonista entiende que el hogar es donde uno decide estar.
Pese a los esfuerzos, lo que Eilis vive y siente no puede ser comprendido a cabalidad por aquellos quienes nunca han dejado el corazón en una tierra y obligados a mudarlo hacia otros lugares, aunque, “Brooklyn” es de esas cintas diseñadas para sentirlas, no entenderlas.
La chica no elige estar ahí, la necesidad económica le orilla a mudarse a un lugar donde todos piensan que las oportunidades abundan. Es el Brooklyn de los años 50, el Estados Unidos que tenía las puertas abiertas al mundo y buscaba ser ejemplo de diversidad.
El filme es el rostro pleno del romanticismo. No aquel que de forma barata se vende como la disyuntiva de el o la protagonista por dos o más galanes o mujeres en cuestión, sino ese donde se persigue un ideal. Entonces, Eilis tiene el corazón roto, dividido, entre el viejo y nuevo mundo. Y deberá decidir cuál de los dos cultivar.
Lo realmente hermoso de “Brooklyn” es que no necesita de artificios para acercarnos al sufrimiento y resignación de la protagonista. Se trata de economía fílmica: cada elemento colocado en su debido lugar permite que la cinta fluya con la naturalidad de un viaje lleno de incertidumbres pero también de anhelos de éxito. Eilis conserva su dulzura pese a ir ganando de a poco confianza para transformarse en una mujer fuerte y capaz de demostrar su fortaleza simplemente con su porte y conocimiento, de sí misma y de modos diferentes de ver la vida.
El director John Crowley no discrimina, ni Irlanda ni Estados Unidos son menos ni más, ambos con pros y contras, la plácida vida en provincia con su tranquilidad y calidez contra el ambiente cosmopolita de una urbe que tiene un pedazo de mundo en cada esquina.
Lo realmente bárbaro es la pluma de Nick Hornby. No importa en qué época sitúe la historia, la búsqueda personal está presente y en “Brooklyn” Eilis padecerá la distancia y amará la conquista del mundo raro conservando su esencia y creciendo espíritu. El guionista ha dado muestra de que en pequeñas anécdotas, en personajes convencionales, puede concentrar enormes pasiones que inundan las pantallas. Lo hizo en “Alma Salvaje”, antes en “Enseñanzas de vida”.
Ronan sostiene la trama con sutileza. No vemos escenas sumamente tensas, ni momentos en extremo dramáticos. Lo que se aprecia es un alma tímida que en sus movimientos dóciles da a entender el temor ante lo que no se conoce. La Eilis que llega a Norteamérica por primera vez y la que aconseja a quienes recién emprenden la aventura no podía ser más exacta: pequeña, tierna, delicada, mientras que en los ojos se aprecia la mirada de quien confía en lo que puede conseguir y valora el esfuerzo para presumir el sitio en donde está.
Y sin tanta alharaca, Crowley logra presentar esa condición del que se va y en algún momento vuelve de no pertenecer a ninguna parte, de encontrar lo novedoso en lo que se dejó y lo agrio en lo que se vive a diario. En ese ir y venir de emociones, Eilis descubre dónde se encuentra el futuro, decide, con valentía, construir una vida para ella, más allá de pretendientes. Lo de “Brooklyn” es la lucha de dos ciudades por ganar el favor de una mujer en ciernes.
Lo que se vive está en Brooklyn, la grandeza radica en el corazón de Eilis. Eso es “Brooklyn”, una historia de crecimiento con enorme, demasiado, corazón.
Brooklyn (20015)
Director: John Crowley.
Guión: Nick Hornby.
Protagonistas. Saorise Ronan, Jim Broadbent, Emory Cohen, Domhnall Gleeson.
Edición: Jake Roberts.
Fotografía: Yves Bélanger.
Texto publicado en Azteca Noticias.
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