De un tiempo para acá, los estudios hollywoodenses se han llenado de secuelas, precuelas y spin-offs, la mayoría de estos fallidos porque hay un intento por alargar historias que ya tuvieron una conclusión. El caso de “Buscando a Dory” indica que lo que se necesita para que estos proyectos funcionen en todos los sentidos es tener una historia sólida que contar.
Y es que retomar el universo de una exitosa cinta como “Buscando a Nemo” parecía descabellado, toda vez que pasaron más de 10 años desde aquella aventura marítima que conquistara tantos corazones pues no sólo era un prodigio tecnológico para su época, sino que se atrevió a abordar la vida de un discapacitado desde una perspectiva diferente.
Cierto es que “Buscando a Dory” no puede presumir de originalidad, el mismo título es prueba de ello. Por tanto, primero se perdió el pequeño Nemo y ahora se extravía la olvidadiza pez, ambos con problemas, pues uno tiene una aleta más corta y la otra padece de mala memoria a corto plazo. Sin embargo, cambiamos de escenario, de personajes, de motivos. Todo ello con la idea de entretener pero sobre todo de darle un cierre decoroso a un perfil que no se dibujó por completo en “Buscando a Nemo”.
La introducción es una de las más tristes en la historia de Pixar, al nivel de los gloriosos 7 primeros minutos de “Up: Una aventura de altura”. Aguas: que no sea alegre no quiere decir que tenga desperdicio: son secuencias que te estrujan el corazón y eso es muy complicado.
El exceso de gags convierten al filme en una historia muy divertida pero que no logra los niveles de su antecesora en emotividad. Apoyados en la falta de memoria de la protagonista, el equipo comandado por Andrew Stanton y Angus MacLane crean un guión atractivo y enredado para que la desmemoriada pez y sus amigos deambulen por el Instituto de Vida Marina de California en busca de los padres de Dory.
De nuevo, el tema es la aceptación y el valor para reconocer las capacidades que nos hacen diferentes. Si bien Dory es un personaje adorable, su historia no es competencia para la de Nemo, pero vaya que es amena y superior a muchos otros intentos en filmes de side-kicks o comparsas que consiguieron su película en solitario.
Una vez más, Pixar estudió a conciencia la vida marítima para construir espacios fieles y aprovechar el desplazamiento de los peces para ponernos con diestras perspectivas de cámara dentro del océano y los sitios en donde ocurre la historia.
Las analogías entre el inmenso mar y la memoria son atinada y coloridas, pero sobre todo, chistosas, lo que para nada resta profundidad al difícil tema del olvido, de la condición que padecen muchas personas en el mundo y que enfrentan un problema que no es nada amigable ni motivo de risa.
Pero, más importante aún, es que dio continuidad de forma decorosa a un clásico de la animación contemporánea, porque no aburre, sorprende, es tierna y su factura le permitirá competir por importantes premios en la temporada respectiva. Por argumentos no es probable que consiga los más preciados, pero sí es digna de compartir estante en ese lugar donde muchos tienen su versión casera de “Buscando a Nemo”.
Finding Dory (2016)
Directores: Andrew Stanton, Angus MacLane.
Guión: Andrew Stanton, Victoria Strouse.
Voces en español: Patricia Palestino, Herman López, Darhey Fernández.
Edición: Axel Geddes.
Fotografía: Jeremy Lasky.
Texto publicado en Azteca Noticias.
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