Fue en marzo de 1973 cuando salió a la venta en Estados Unidos y Reino Unido el octavo trabajo de Pink Floyd y se estima que se han vendido más de 50 millones de copias desde ese entonces.
En una bodega victoriana al sur de Londres, Pink Floyd concentró toda su creatividad y esencia para crear los composiciones, cuyos protagonistas fueron el cúmulo de instrumentos y efectos que al unirse a las letras y acordes formaron el concepto de este trabajo.
Fue una propuesta vanguardista e innovadora, que incluyó música psicodélica, progresiva y ambiental en la que se utilizó una consola de 28 canales, que el grupo adquirió para llenar las expectativas de producción que rodaba en sus mentes.
Querían generar un sonido cuadrafónico y experimentar, pero el equipo en Abbey Road era insuficiente.
Así surge Eclipse a piece for assorted lunatic, nombre que se pensó para el material. Después usaron Dark Side of the Moon y un año antes de grabarlo la banda solía tocarlo y pulirlo en recitales y en la gira de 1972.
El concepto de este LP es complejo. Es resultado del talento, la creatividad y de la fusión del experimento sonoro y visual con la contribución de Alan Parsons, otrora ingeniero de sonido y mezclado por Chris Thomas.
Las canciones que integran el material son circulares, reflejan la frenética forma de existir en la vida moderna, la eterna dicotomía del ser y el deber ser, el dinero como placebo de felicidad y concepto de la otredad, tópico que los Floyds concretaron en este disco, pero que se desarrolló desde el Meddle.
El álbum está cargado de simbolismo. Los que definen el ritmo son el sol y la luna como metáfora de la luz con la oscuridad, de la bondad con la maldad, la vida y la muerte; implicaciones semánticas que toman matices que de forma visual que se representan en la portada y de forma sonora en las 10 canciones que lo integran.
Mucho se ha dicho y se seguirá diciendo del éxito de este trabajo que durante cinco décadas ha permanecido en la memoria, el gusto y la curiosidad de quienes lo escuchan. Ya sea como desahogo, ritual o un recordatoria de que existen grupos que marcan la vida de quien los escucha.
Para celebrar los 50 años de esta aportación musical, David Gilmour y Nick Masón reeditaron la portada del disco y fue publicado en sus redes sociales.
Ana R. Salinas
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