El realizador chileno Patricio Guzmán busca enfrentar a su país con su historia y para ello ocupa agua, mucha agua.
El botón de nácar es un documental que rescata el formato con el que muchos crecimos al ver historias ecológicas y de animales en videos del National Geograpihc: es pedagógico y redundante.
Pese a que ofrece fragmentos realmente hermosos al asociar el agua con el universo y el constante fluir, hay también analogías muy forzadas que pretenden relacionar los océanos con cruentos episodios de la historia chilena como el régimen de Augusto Pinochet.
Es en la fotografía donde El botón de nácar encuentra su fortaleza, con estos parajes espectaculares que combinan perfecto con los silencios luego de una explicación cuasi mística de lo que el agua hace con nosotros.
Unida a la cosmovisión de los pueblos indígenas que habitaron la Patagonia chilena, Guzmán realiza una bella travesía por las costas de su país y va dando testimonio de los hombres y mujeres que decidieron dejar fluir a la naturaleza previo a la llegada de los conquistadores europeos que acabaron con esta comunión.
La historia de El botón de nácar es la de un pueblo violentado por los que no entienden lo que significa la comunión con el planeta, al menos, así lo expone Guzmán, es un trabajo que salta de un tema a otro y en este intento de educar, el documental adquiere una atmósfera de salón de clases que impide el tránsito placentero de las imágenes.
Es cierto, Guzmán ha construido su filmografía alrededor de la necesidad de que Latinoamérica entienda la importancia de la memoria histórica, pero en este intento hay unas ganas excesivas de querer “meterse los zapatos a la fuerza”.
Sin embargo, los momentos en donde se hermanan los modos y costumbres de los indígenas chilenos con el agua y su importancia para el cosmos, son maravillosos, casi como fábulas. El líquido vital como elemento que es capaz de unir planetas, incluso existencias más allá de la misma vida, es fantástico.
No, no es negar las atrocidades y la barbarie en determinados momentos de la existencia de Chile, simplemente hay una discordancia entre los grupos que iban de isla en isla buscando mejorar su calidad de vida y la infame historia pinochetista.
En el apartado estético hay un enorme mérito, hay una enorme seducción alrededor de lo que se puede ver y de estos sobrevivientes de los grupos étnicos referidos en El botón de nácar. Es precisamente el nombre del documental el modo en el que los británicos lograron llevar al fueguino Jemmy Button a Europa para occidentalizarlo. Sirva este mismo elemento para que Guzmán nos haga un recorrido histórico-místico-mágico por un Chile, que por lo expuesto en el filme, no logra sacudirse ancestrales males.
Al final, como la premisa de la película afirma, todo es agua. Y hay que dejarla fluir. Pero en este caso el líquido toma diferentes cauces y cada uno con diferente densidad, aunque Guzmán se empeña en hacerlos converger.
El botón de nácar es parte del 35 Foro Internacional de la Cineteca Nacional.
El botón de nácar (2015)
Dirección y guión: Patricio Guzmán.
Fotografía: Katell Dijan.
Edición: Emanuelle Joly.
*Artículo publicado en Azteca Noticias: http://www.aztecanoticias.com.mx/notas/entretenimiento/225003/el-boton-de-nacar-todo-es-agua
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