Dios existe. Vive en Bruselas. Es grosero y odioso con su esposa y su hija. Esta línea puede tomarse como una ofensa o con gracia. Dependiendo de la opción que elijas encontrarás en “El nuevo nuevo testamento” una película hilarante llena de divertidos absurdos o una burla que hará que te sientas incómodo.
Hay una irreverente propuesta que nos presenta a un dios borracho, agresivo, pero el más humano, quizá, de todos los que se hayan visto en el cine, porque ¿quién no sería tan ocioso como para experimentar con las personas si tuviera todo el poder de una deidad? La crueldad es parte de nosotros, pero no siempre dejamos que nos domine.
Y es que el cineasta belga Jaco Van Dormael nos adentra a un mundo fantástico que coquetea con el realismo mágico. Si somos estrictos en cuestiones literarias, la Biblia es precisamente eso: un compendio de historias quiméricas que intentan dejar una enseñanza. “El nuevo nuevo testamento” se rige bajo esa idea y comprende una lista de episodios que motivan a la reflexión pero sobre todo al entretenimiento.
La hija de dios, Ea (Pili Groyne), decide un buen día revelarse contra el sometimiento de su padre y abandonar su hogar en busca de 6 apóstoles que completen la labor que comenzó su hermano JC… sí, Jesucristo. La razón: a la madre le gusta el béisbol, entonces 18 es el número mágico para que algo suceda en los corazones de la gente y aprendan algo. Lo que sea.
Y si el argumento central se lee ridículo es precisamente porque Van Dormael no le teme a hacerlo, no importa lo extravagante del planteamiento ni la falta de lógica en la mayoría de las escenas que se aprecian. Esa osadía es la que convierte al filme en una sólida parábola sobre un mundo sombrío en donde las respuestas y caminos hacia la felicidad se materializan en la cara de los perdedores.
El mismo dios pierde todo su poder cuando se vuelve mundano -aún más de lo que ya era- y la paleta de colores sombría y desteñida da aviso de que hay un planeta Tierra ansioso por encontrar la redención pues en algún momento se perdió en su trayectoria hacia la nada.
Hay una mezcla kitsch y surrealista para acompañar a la pequeña Ea en su búsqueda de los nuevos testamentos, en el ir y venir para encontrar a sus mensajeros, que más que repetidores de máximas son almas dolidas que intentan entender el sentido de la vida. La hija de dios se hará entonces de un escribano que redacte el antes y después del encuentro de la chiquilla con un asesino, un niño que quiere ser niña, una mujer de la alta sociedad que se muere del aburrimiento, una joven hermosa con un brazo postizo, entre otros.
Pero no todo es perfecto, al igual que la obra de dios. El filme comienza con un ritmo trepidante entre explicaciones y huidas, pero no todos los capítulos son parejos en cuanto a calidad. Algunos anuncian de modo pronunciado el desenlace o su sentido dentro de la trama, anulando por completo la sorpresa. Sin embargo, el director muestra esa habilidad para crear una cadencia cordial y emocionarnos hacia el final con más momentos disparatados, incluso psicodélicos.
Claro que hay una marcada crítica a los cánones religiosos y las instituciones que se dicen herederas de verdades. Pero el cineasta es demasiado hábil para no señalar con el dedo a tal por cual, simplemente pone en evidencia esos grandes mitos, se ríe de ellos y con un “educado” cinismo va tejiendo como argumento central lo diferente que serían los cultos si las mujeres llevaran el liderazgo.
Que no se tome como la gran afrenta a la religión: es un trabajo pletórico de humor negro y sus “señalamientos” son inofensivos, pues hay un montaje juguetón y malicioso que convierte el filme en una cinta por momentos excesiva pero muy entretenida.
Excéntrica e inteligente, con una gran selección musical, es un recorrido en compañía de una nueva mesías y su batalla por comprender porqué somos tan desdichados, cuando en muchos templos se nos dice que deberíamos estar llenos de dicha. No es un trabajo dogmático, es una sátira desgarbada que tiene momentos buenos y malos por igual.
Le tout nouveau testament (2015)
Director: Jaco Van Dormael.
Guión: Thomas Gunzig, Jaco Van Dormael.
Protagonistas: Benoît Poelvoorde, Catherine Deneuve, Yolande Moreau, Pili Groyne.
Edición: Hervé de Luze.
Fotografía: Christophe Beaucarne.
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