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“El Quinto Hijo”, Doris Lessing y la sociedad del TIENES QUE SER

 

Me dieron de ganas de recordar a Doris Lessing. Escritora británica que obtuvo el premio Nobel 2007.

La distinción de la creadora fue alabada, criticada, vitupereada, aplaudida por la crítica y lectores. La verdad, eso me da igual. Y si hubiera ganado el Nobel o no, también.

Me agrada muchísimo su trabajo porque, a mi parecer, representa con claridad y sencillez el punto de vista de una mujer. Se le ha clasificado como escritora feminista, aunque si en algo importa mi opinión, simplemente plasma en sus novela la evolución del pensamiento de una mujer paralelamente al tiempo que vive.

El quinto hijo” es su creación que, gracias a mis manos, está con algunas páginas sueltas y la portada arrugada. Los libros que impactan usualmente lucen esa imagen, reflejo del uso constante, no de páginas brillantes.

Esta novela narra la historia de Harriet y David, una pareja inglesa considera anticuada por quienes lo rodean en la Inglaterra de la década de los setenta.

Individualmente buscan a la persona perfecta para enamorarse. Casarse tener muchos hijos y vivir en una gran casa. Para ellos, eso es la definición de felicidad.

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Y ésta pareció comenzar cuando se encontraron y dieron el primer paso para esos deseos compartidos. Encuentra la casa de sus sueños, enorme y fuera de sus posibilidades. No importa, la familia de David, de buena posición económica, al contrario de la de Harriet, los ayudará a sostenerla.

Y así comienza la vida que tanto soñaron, aumentada por el anuncio de que pronto tendrían su primer hijo.

Sin embargo, no dejaron pasar mucho tiempo para anunciar la llegada del segundo, poco después del tercero, y a unos meses, del cuarto. Además, su casa, la gran residencia soñada, se convirtió en el centro de reunión de sus seres queridos. En Semana Santa y Navidad, en su hogar no cabía un alfiler de tantas visitas. No había problema, eran… felices.

Parecería que la entrada al mundo de estos pequeños no sólo serían escalones de los anhelos de Harriet y David, pero el arribo de cada hijo, aunque dulces y amados, era acompañado por las críticas y comentarios de sus familiares.

“Harriet, una irresponsable“, “David, inconsciente“, “Claro, todo del bolsillo del papá de David” más el sufrimiento que provocaban a la madre de Harriet, Dorothy, ya que lógicamente necesitaban ayuda para el cuidado de los hijos. Harriet sola no podía, y lo sabía. David no tenía los medios para mantener a la familia, y lo sabía. Necesitaban ayuda, la pedían y aunque refunfuñando, sus parientes se las daban.

Hasta que nació Ben, el quinto hijo. La noticia del embarazo número 5 de Harriet no fue bien recibida, ni por ellos, mucho menos por sus parientes.

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Los nueves meses de la formación de Ben en el vientre de su madre, estuvieron rodeados de comentarios en los rincones, mi radas severas, poca empatía y malestares físicos insoportables para Harriet, los cuales la obligaban a permanecer lejos de todo y de su familia… su tan anhelada familia.

Así, Ben nació. Harriet lo presintió desde que lo cargaba en los más profundo de su ser… Ben no era normal. Demasiado grande y fuerte para su edad, sin aparente distinción entre el bien y el mal, a pesar de que se enfocaban en enseñarle esa diferencia. Nadie quería estar cerca de él, inspiraba miedo. Un gato, tal vez, pereció en sus manos. Los tres primeros hijos pidieron ir a internados o con sus abuelos. En la casa sólo quedaron Harriet, David, Luke, el cuarto hijo y Ben.

Ben no era normal. La familia está consciente y lo comentaba en voz baja. “Que Ben se fuera, se vaya, existen instituciones especiales para gente como ÉL”.

El matrimonio de Harriet y David, alguna vez ejemplo para muchos, se volvió en algo rutinario gracias a Ben.

La decisión se tomó: Ben iría a una institución “especial“. ¿Padecía discapacidad? ¿Cuestiones genéticas? El hecho era que Ben debía estar fuera de sus vidas para recuperar lo que alguna vez llamaron felicidad.

Con él fuera de sus vidas, sus existencias más o menos retoma ron el curso normal, hasta que Harriet, impulsada por ¿instinto materno? ¿culpabilidad? Fue por él para regresarlo a la gran casa.

La familia se lo reprochó, y se alejó. David le dijo “es tu hijo, no mío“ deslindándose de toda responsabilidad.

Ben crece y es marginado por la sociedad, pero aceptado por los marginados de la sociedad, que también lo utilizan. Hasta que un día se fue del lado de Harriet y David, para adentrarse en el nuevo mundo donde ya no se podía con fiar en el vecino, donde los robos estaban a la orden, donde la violencia era tema de todos los días.

Escrita en 1988, Doris Lessing examina suave y crudamente a la sociedad de la segunda mitad del siglo XX. Aquella que es inconsciente y busca su satisfacción personal sin pensar en las consecuencias pero a la vez juzga duramente por no ir por lo establecido, el desprecio al ser diferente, derivando en una comunidad dividida.

María del Mar Boeta

Quiere un muñeco tamaño real de Chucky el Muñeco Diabólico. Piensa pagarlo con sueldos de reportera, historiadora y Copy Writer. Escribe bien bonito para el proyecto rock-musical-psicodélico Malosa Mami.

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