La música británica se cuece aparte. Por lo menos de este lado del mundo es más común la llegada de esos discos que se gestan en Reino Unido y para diciembre, casi siempre, dos o tres producciones de ese lado del orbe alzan la mano para reclamar las puntas de los listados a lo mejor del año.
Prometieron un disco menos melodramático y no pudieron, porque esa es su vocación, hacer de historias íntimas un espectáculo. Florence + The Machine no pueden sacudirse la teatralidad, por eso mucho de los temas del How big, how blue, how beautiful pudieran haber sido piezas simples en manos de intérpretes formuláicos, pero estos británicos no saben contenerse. Las canciones, pese a lo dicho, siguen alcanzando momentos álgidos aderezados (o impulsados) por la voz de la señorita Welch.
Laura Marling lleva cinco discos en su haber y sigue sin alcanzar a las masas, quizás porque su propuesta no es tan grandilocuente, pero sí creativa y colorida. Por eso ahora hace honor al nombre de su última placa, Short Movie, y hace historias mínimas, temas menos extensos, no se necesita de más: es clara y directa, le basta con su voz y la guitarra. ¿Le faltó energía esta vez? No, sólo quiso ser simple y no andarse con rodeos.
Más allá del éxito mundial de su primer sencillo y que el respaldo de Bruno Mars es sumamente valioso, Mark Ronson demuestra de nuevo que como productor es un monstruo, pero algo falta para que sus propios discos sean explosivos. Eso no indica que Uptown Special no sea una cosa bárbara. Soul y psicodelia: el álbum de repente alcanza puntos muy elevados y en otros momentos se torna repetitivo. Pero no importa, es un disco corto que invita a bailar, a gastar la suela.
Hay quienes dicen que Communion coquetea peligrosamente con lo que hacen las boys band. No. Los de Years and years podrán ser cercanos al synth pop y proponen más allá de ser una fábrica de hits, porque no lo hacen por la ruta fácil, no hacen maquila. Es real, hacen pop, muy bueno, con sus temas que no dejan de hablar del amor y fáciles de corear, pero no por ellos desprovistos de unas ganas de sonar diferente, lo que resulta en un disco muy variado.
My love is cool tiene fieras guitarras combinadas con un timbre de voz especial. No es nuevo. Lo valioso son esos riffs noventeros, esas melodías que auguran vocales ásperas y enojadas y que tratan de la búsqueda de identidad, de la amistad, de planteamientos adolecentes que necesitan respuesta y simplemente no aparecen. Hay chispas de grunge, se percibe la inconformidad, no es otra banda con una chica al micrófono que trata de ser linda. Los de Wolf Alice hicieron un larga duración que suena a un homenaje a los sonidos de hace dos décadas.
Rock punk británico. Los hermanos Loveless rescatan con su sonido una sana tradición guitarrera que denota rebeldía y ganas de salirse del sistema. Ya se va volviendo costumbre que en Reino Unido aparezcan estos “ejército de dos” que pueden hacer explotar un escenario. Drenge quiere que pongas Undertow a todo volumen y sientas que estás sobre el escenario contoneando tu cuerpo poseído por armonías ásperas y oscuras.
Uno de los cerebros detrás de The Xx auguraba un disco melódico, dramático y sentido, como esos para sumergirte en la nostalgia por las vivencias amorosas fallidas. Pero no. Jamie Xx no pudo elegir mejor el título de su segundo larga duración: In Colour. Y es así, está lleno de todo, ritmos como cromas: tecno, minimal, dubstep, es un álbum ecléctico que va de extremo a extremo, desde el hit pop a las referencias tribales. De eso se trata, es un compendio de experimentos, de temas juntados por años para por fin ver la luz arropados por otros que ya conocíamos desde hace años.
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