Esos discos del 2018 que debiste escuchar: británicos

 

Ha llegado ese momento del año en que hacemos un recuento de lo mejor que ha ocurrido en materia de entretenimiento y cultura. En el aspecto musical, decenas de discos aparecieron semanas tras semana para cubrir todos los gustos, pero sólo algunos destacaron por su calidad independientemente del género.

Desde luego, los que mencionamos en estos listados no sólo pueden presumir una nutrida propuesta melódica y rítmica, sino también letras inteligentes y acordes a los tiempos que vivimos, dejando de lado la superficialidad y la rima sencilla.

Es turno de abordar los álbumes británicos que nos hicieron cantar e incluso reflexionar sobre los tiempos que vivimos.

 

Sons of Kemet

Ritmos caribeños y un jazz “libre” que se ajusta al personaje en cuestión es lo que entregan los londinenses en su tercer disco de estudio. Lo magnífico del concepto es que cada pieza es un homenaje a nueve mujeres icónicas de raza negra, demostrando su devoción y cercanía con las ideas de estas féminas.

Todavía mejor, los británicos colocan la figura de las homenajeadas por encima de la reina británica, en un álbum abiertamente crítico.

 

Arctic Monkeys

El regreso de los “monos” estuvo lleno de polémica, pues nos acostumbraron a guitarras veloces y letras de desenfreno con el más puro estilo del rock and roll, pero como todo: el tiempo pasa y la reflexión llega.

Justo cuando los fanáticos estaban deseosos de más vértigo, Alex Turner, líder de los monos, cambió la lira por el piano para salir del marasmo. El resultado es el disco más melódico y con la instrumentación más variada que hayan presentado, uno donde exhiben una madurez total, con piezas que nos invitan a disfrutarlas con un cigarro en una mano y un vaso de whisky en la otra. Un contraste total para una banda que es explosiva sobre el escenario.

El disco decepcionó a muchos, pero significa un paso adelante para una banda que quiere explorar otros terrenos y lo hace pisando fuerte y con autoridad.

Era lógico que llegara la “cruda” después de tanta borrachera rockanrolera, pero suena exquisito.

 

Let’s Eat Grandma

Muy probablemente estemos ante el futuro del pop (el bien hecho), el que se deja de melosidades y cursilerías para fungir como paradoja, para dar oportunidad a que lo bizarro y lo dulce se crucen para causar sensaciones.

El dúo conformado por Rosa Walton y Jenny Hollingworth parece retratar con cada placa su evolución como artistas y como jóvenes. Su primer álbum fue una niñería, pero de a poco se han ido apropiando de una voz peculiar que represente esta enorme confusión que significa ser adolescente.

Creativas, prácticas y arriesgadas, las británicas entregan un disco pletórico de colores, brío y aventuras, como debería ser la vida de cualquier adolescente que va descubriendo un mundo que en algún momento dejará de verse tan ajeno cuando se conviertan en adultos.

 

Spiritualized

Ser obstinados suele tener su recompensa. Jason Pierce no tenía dinero para sacar un nuevo álbum pero eso no impidió que encontrara los modos de completar una maqueta que nos demuestra que sus discos son experiencias únicas en donde aparecen como elementos importantes el esfuerzo, sudor, sangre y tiempo invertido.

Se trata pues de un blues en evolución, con las detonaciones sonoras que ya le conocemos y coros como de ceremonia religiosa que convergen para formar un rock que se nutre de variados sentimientos, desde la ternura a la aceptación, y a ratos, por qué no, hasta de un humor bastante peculiar.

 

Jorja Smith

Un soul elegante es el sello en el debut de la de Birmingham. Aunque hay una evidente intención de aproximarse al hip hop, lo que sobresale es el manejo del R&B clásico para construir piezas memorables y entrañables en donde sabe colocar su voz como instrumento principal.

Emociona ver a una artista en ciernes presentarse con tanto desparpajo en un género que de a poco se va haciendo popular. La candidez de sus letras nos hacen pensar que en plena madurez podemos toparnos con una mujer que le cante a los desencuentros con poder y autoridad.

 

 

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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