Después de tantos años, como sucede en las mejores familias, le pregunté a mi padre una duda que aquejaba a mi corazón.
-Oh, querido y adorado padre ¿por qué me dejaste ver ‘Deliverance’ (o ‘Amarga Pesadilla’) cuando era muy pequeña?
-Porque la película es muy buena.
-Pero papá… ¡la escena de Ned Beatty!
-Ah esa… pero la del duelo de banjos es excelente…
-Sí, claro, es un clásico. ¡Pero la escena de Ned Beatty! ¡Tremenda y cruel!
-Ja Ja Ja Ja.
Y así terminó la conversación. Como era muy pequeñina supongo que mi padre pensó que no me fijaría mucho en los detalles y, efectivamente, el momento que menciono con el personaje interpretado por el genial Ned Beatty no lo entendí hasta años después que la volví a ver porque quería volver a escuchar y disfrutar el duelo de banjos. Allá sí le acertó mi visionario padre.
El punto es que “Deliverance” es una película que no sé en qué género colocar, ¿suspenso, thriller, drama? pero lo cierto es que deja huella y hoy por hoy es una de mis consentidas y que puedo ver una y mil veces a pesar de que me voy a dormir con una sensación de desesperanza y angustia.
Estrenada en 1972, “Deliverance” es dirigida por John Boorman y protagoizada por Burt Reynolds (en sus muy buenas épocas, sin cirugías y luciendo bien “malo malo”), John Voight, Ronny Cox y Ned Beatty (si no les suena, búsquenlo en Google y enseguida reconocerán su rostro).
La historia , basada en una novela de James Dickey, es atemporal. Cuatro empresarios, hombres de ciudad, acostumbrados a las comodidades y que la palabra “civilización” sólo tiene sentido si se refiere a sus vidas, deciden que es hora de una aventura y abandonan sus cómodas vidas para unos días de navegación en canoa en un río cercano.
Y como aún ocurre, el hombre de ciudad se enfrenta a los “locales”, mirándolos para abajo y tratándolos como estúpidos mientras los otros los miran con extrañeza y les prodigan desconfianza. La eterna división clasista y mal entendimiento de lo que realmente significa civilización.
Los aventureros se suben a la canoa y empieza la travesía, aparentemente sin problemas, hasta que son sorprendidos por un par de montañenses que, desafortunadamente, sí cumplen con los clichés de los rednecks que tanto burlan los estadounidenses (aquí ocurre la famosa escena de Ned Betty). Las palabras “¡Chilla como puerco!” quedarán grabadas en su mente, se los aseguro.
Este episodio desencadena en un homicidio y aquí es cuando empieza el verdadero debate moral entre los protagonistas: ¿Qué es lo correcto? ¿Hay seres humanos con mayor valor que otros? ¿Cuáles son los límites de nuestra consciencia? Dicen que en los momentos de dificultades es cuando aflora nuestra verdadera personalidad y “Deliverance” es el gran espejo de nuestra auténtica humanidad, el cuestionamiento de lo que aparentamos ser y lo que realmente somos ante el dilema de la supervivencia. Boorman nos muestra crudamente la verdadera naturaleza del hombre y que la valentía es sólo una palabra.
Al fin y al cabo, ¿qué es lo moralmente correcto cuando sólo eres tú y la naturaleza?