A Sigmund Freud le salivaría la boca con la historia medular de “Viernes 13”. Tal vez se habría evitado tanto derramamiento de sangre y machetazos si Jason Voorhes se recostaba en un diván y compartía (aunque sea con gruñidos) lo que aquejaba su alma.
El caso es que las locas locas aventuras de Jason en más de siete películas tienen su origen en la locura despertada en su madre por dos cachondos instructores de campamento que descuidaron a su pequeñín y éste, ¡oh desgracia!, se ahogó en el Lago Crystal (“Viernes 13”, 1980). Pero la historia fílmica no ha sido justa con esta dama.
En la primera parte de la saga, sí, ella fue quien decidió cobrar venganza por la muerte de Jason. Se convirtió en una de las reinas de las slash movies, nadie lo niega, pero después ella desapareció y sólo se quedó en el inconsciente de su retoño.
Ya de ahí para adelante, ella ya no tiene nada qué ver. En “Viernes 13 parte 2” (1981) la leyenda de “Jason, el niño ahogado del lago” se volvió real con la aparición del verdadero Jason. Sí, el querido asesino tenía un altar en el que honraba la cabeza decapitada de su madre pero ella no tuvo participación activa. Las órdenes que supuestamente recibía de ella para cometer sus sanguinarios actos eran producto de su imaginación loca, no es que ella le pusiera el machete en la mano.
Pamela quería vengar la muerte de su hijo, dar una lección a todos los jóvenes inconscientes que no cumplen sus responsabilidades. Cumplió su misión y desapareció de la saga pero, por supuesto, los guionistas tenían que darle una razón, causa o motivo a los arranques de Jason.
En “Viernes 13 parte 3” (1982) las referencias a la señora son casi nulas, más bien nos concentramos en la definición de la personalidad de Jason y la adquisición de su máscara de hockey. De mami querida casi no se habla. En “The Final Chapter” (1984) vuelven a recurrir a la infancia difícil de Jason y el protagonista Corey Feldman decide que la mejor manera de vencer al asesino del machete es enfrentarlo a su infancia y al recuerdo de su madre. ¡Ay, pero qué necedad!
En la humilde opinión de su servidora el recurso del trauma materno debió terminar en la segunda película. “Freddy Vs. Jason” (2003) nos la vuelven a presentar dándole órdenes a Jason para asesinar aunque realmente el papel de la madre se volvió tan flojo que no tiene razón de ser. Han tratado de ponerla como la fuerza maligna y no se logra del todo porque Pamela Voorhes no es personaje despreciable sino todo lo contrario.
No puede ser desagradable. De causar temor a principios de los ochenta conforma hoy día los motivos del personaje causan más empatía y nadie puede culparla por sus actos de la primera película. ¿Quién no quiere vengar la muerte de su hijo? Sí se pasó un poco de lanza pero se entiende. ¡Pamela Voorhes es inocente!
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