En estos tiempos, “extremista” suele ser un calificativo que nos remite a grupos radicales que intentan hacer valer, por medio de la fuerza y el terror, su forma de entender la vida. Pero estas acciones y actitudes exacerbadas son parte de la historia de la humanidad desde siempre, con sociedades cortas de miras e intransigentes.
“La langosta” es una fábula cinematográfica inteligente que transita entre el horror y el romanticismo sin problemas gracias a la atmósfera surrealista que le envuelve.
Para contar la historia, el griego Yorgos Lanthimos sitúa a sus personajes en una ciudad futurista en donde los solteros no tienen cabida: son los apestados y aquellos que deben buscar una compañera (o) de vida en determinado tiempo o de lo contrario serán convertidos en el animal que elijan. Sí, es bastante ridículo. Como cualquier otra idea, castigo o amonestación que encontramos en grupos sociales radicales.
El griego construye una disparatada historia que no necesita de efectos especiales para convertirse en una de las películas de ciencia ficción más divertidas de la última década. Lo que no resulta grato, es que estas risas se generan por lo ridículo de la premisa, lo que también le convierte en una visión al futuro que pudiera ser real.
Así, vemos un filme dividido en dos actos: una primera parte en donde el protagonista, un barrigón, nervioso e inseguro David (Colin Farrel), se interna en un hotel – prisión en donde deberá cumplir con la misión encomendada. Los personajes que le acompañan, así como las situaciones, además de patéticas son por demás extravagantes.
En una segunda parte, el protagonista pasa de la búsqueda de la convivencia con el sexo opuesto al encuentro de la pasión y la evolución de lo que en los seres humanos se supone el amor.
Y como toda fábula en el estricto sentido de su estructura narrativa, hay primero una narradora que da voz a los personajes, a estos seres que han decidido ya en qué animal pretenden convertirse si no consiguieran conseguir una pareja. De este modo, el perico, el pony, el perro, dialogarán e irán revelando los motivos que los llevan a buscar el amor, o al menos el afecto de otra persona.
Para su narración, Lanthimos pone a sus actores a disparar diálogos de un modo acartonado, está claro que intenta hacer una farsa, pero se pierde una vez que el personaje principal deja ese espacio de artificioso para entregarse de lleno al amor. Pasamos de la sonrisa al drama, a los encuentros tensos entre personajes, al momento en que el cineasta necesita mostrarnos que los extremos no funcionan.
Es entonces que no sabemos quiénes son peor: si los que defienden a ultranza la necesidad de una sociedad en donde todos deben de andar en parejas como el arca de Noé o aquellos que defienden la individualidad y la soltería como el don más preciado. Era así: necesitábamos de una cinta construida con disparates para entender lo ridículo de muchas normas sociales contemporáneas establecidas “a favor del bien común”.
Pero, hay un abuso. Todo este acartonamiento de personajes y situaciones provocan la risa, luego se convierte en un esbozo para culminar con el hastío. Para cuando la pareja que se construye enfrenta el reto de deshacerse de prejuicios y de modos de vida establecidos para poder estar juntos ya no queremos ver tanta porquería, sólo esperamos que todo termine y les vaya bien, lo que sea que eso signifique.
El director se pone rudo y nos muestra lo peor de ambos espectros: uno donde la unión entre opuestos no se basa en el entendimiento del otro y sus diferencias, y el otro lado, en donde se defiende la libertad sin que exista un sentido real del concepto al no aceptar los deseos, aspiraciones y necesidades del semejante. El respeto, no existe. La norma, la dictadura social, se impone.
Sin embargo, pese a la tardanza, el cineasta nos deja elegir el final. Todo lo contrario a los grupos sociales retratados, donde lo distinto, lo que no encaja, sólo tiene un camino: convertirse en un animal. Así la paradoja de esta triste fábula.
The Lobster (2015)
Director: Yorgos Lanthimos.
Guión: Yorgos Lanthimos, Efthymis Filippou.
Protagonistas: Colin Farrel, Rachel Weisz, Ben Whishaw, Léa Seydoux, Jessica Barden.
Fotografía: Thimios Bakatakis.
Edición: Yorgos Mavropsaridis.
Fotografías proporcionadas por la Cineteca Nacional
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