Desde el comienzo de “La leyenda de Tarzán” se avisa que estamos ante un filme que busca más asombrar que reconstruir al popular héroe. Estamos ante un hombre que tiene que volver a la selva que le vio crecer y para que ello ocurra el pretexto es por demás tonto y así el resto del filme.
“La leyenda de Tarzán” ocurre en Inglaterra: el llamado hombre mono se ha casado con Jane e intentan tener una existencia tranquila y con comodidades, alejada de lo que vivieron en la jungla donde se conocieron. Pero, la sed de venganza de un antiguo contrario del héroe, además de la ambición de un contrabandista de diamantes, harán que quien ahora se hace llamar John Clayton III regrese al Congo para encontrarse con animales amigos.
Y si a Tarzán no hubieran intentado convertirlo en otro superhéroe más del verano, quizás esta cinta de aventuras no hubiera hecho caer tan bajo al personaje que ha tenido más de 20 rostros en su paso por el cine mundial. Alexander Skarsgård no hace una mala interpretación, pero está lejos de ser lo más atractivo del filme (bueno, mujeres deseosas de abdómenes duros como una roca podrán decir lo contrario).
Y hay un momento en que el nuevo Tarzán, el hombre refinado, ecuánime, intenta batallar con su lado salvaje, con esa forma de vida que le permitió sobrevivir en la historia que casi todo el mundo conoce. Pero, David Yates, un hombre que saltó de la televisión a realizar las últimas aventuras fílmicas de Harry Potter, se quedó cortó o le hizo falta el elemento mágico para llevar su proyecto a mejor puerto, pues lo más simbólico del personaje aparece como una mención tibia y forzada.
Lo que sería una especie de “Tarzán 2” se revuelve en su desenvolvimiento, entre flashbacks que nos llevan a la historia del chico que se hace de una mamá mona y que se gana el respeto de los animales al grado de volverse el rey de la selva, y lo que se cuenta en la película: el hombre que debe de abrazar su lado más “mono” para recuperar a su esposa y salvar a su antiguo hogar.
Entre tanto efecto digital, lo más orgánico y atractivo es la interacción de MargotRobbie y Christoph Waltz. La nueva Jane y el villano principal del filme tienen varios momentos juntos a cuadro y son mucho más aprovechados frente a frente que cuando el nuevo Tarzán tiene que interactuar con la mujer que ama.
Pese a que la jungla es ahora bellamente retratada, el nuevo Tarzán luce igual de salvaje que cualquier anuncio publicitario actual de tiendas departamentales que venden prendas para que luzcas más sucio que cualquier indigente que encuentres por la calle; es decir, esa imagen barbárica que tiene un sentido claro en la obra de Edgar Rice Burroughs es ahora presentada como una pose.
En su afán por ser diferente, “La leyenda de Tarzán” luce acartonada y desperdicia elementos que hacen del hombre mono un clásico de la literatura y el cine.
Claro que tiene grandes dosis de acción trepidante y el aprovechamiento de la tecnología para que, ahora sí, podamos columpiarnos junto con el rey de la selva de un lado para otro, pero, fuera de este avance nos quedamos con la decepción ante la factura de un blockbuster más, alejado por mucho de la verdadera leyenda.
The legend of Tarzan (2016)
Director: David Yates.
Guión: Adam Cozad, Craig Brewer.
Protagonistas: Alexander Skarsgård, Christoph Waltz, Samuel L. Jackson, Margot Robbie.
Fotografía: Henry Braham.
Edición: Mark Day.
Texto publicado en Azteca Noticias .
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