Aunque en temas sanitarios 2020 fue un desastre, la música fue todo lo contrario, esa es la razón por la cual hacemos el tradicional recuento anual de los discos más significativos del año que comienza su final.
Hubo muchos esfuerzos importantes en todos los géneros. El reguetón dominó las listas de popularidad pero no los apartados de calidad, en donde hay propuestas tan diversas desde la electrónica hasta el pop más dulce.
Les dejamos 5 álbumes de agrupaciones o solistas hispanoparlantes que nos hicieron vibrar y conmovernos, en determinado momento.
Vaya Futuro – El Peso del Mundo
Los de Tijuana parece que traen una bola de cristal, pues crearon esta maravilla un año antes de que la pandemia de Covid-19 pusiera de cabeza al mundo. El disco es un retrato crudo y triste de una existencia que no puede cargarse a sí misma.
Con una producción envolvente, los mexicanos potencian pianos y guitarras para transmitirnos esa sensación de encierro ante un mundo que se hace pequeño cuando la desolación nos invade. Varios temas logran tesituras sublimes que nos sitúan en una prisión de la que es imposible escapar.
El cuarto largo de la banda es un salto gigante en la búsqueda de un estilo propio. Afortunadamente, ante tanta soledad, el álbum se va desprendiendo de oscuridad hacia el final para llegar a un momento de serenidad que nos invita a tomar una pausa, respirar y pensar en cómo comenzar de nuevo. ¡Maravilla de disco!
Lido Pimienta – Miss Colombia
La cantautora colombiacanadiense pone el dedo en la llaga al dirigir los reflectores hacia el olvido del que han sido objeto las comunidades indígenas de Latinoamérica.
Su tercer disco de estudio tiene como base la música electrónica y la fusiona con armonías propias de los pueblos autóctonos, de sus alientos y sus metales, pero sobre todo de sus ganas de ser algo más que adorno de una postal.
Es por eso que cuando deja de lado el tradicional canto al desamor, la de Barranquilla se torna desafiante, aguerrida, con una interpretación vocal que quiere ser eco de ese lamento que persiste pese a años de reconocimientos vacíos de gobiernos insensibles.
Triángulo de Amor Bizarro – Triángulo de Amor Bizarro
Si no fuera por los sintetizadores difícilmente podríamos hablar de un punto de unión entre las piezas que conforman el disco homónimo de estos gallegos.
Y aunque sacrificaron unidad, no perdieron poder. Cada pieza por sí misma, sin importar que no comulgue en ritmos y armonías con la que sigue, es una ráfaga de golpes al cerebro: encantan y producen una sensación de satisfacción con sus letras directas, desencarnadas y en ciertos momentos dulces.
Se escucha que dejaron salir todo su lado ochentero, pero a diferencia de las cursilerías que caracterizaron a la música en español en esa década, han optado por que las guitarras ásperas y las percusiones frenéticas envuelvan frases llenas de melancolía.
El disco trae de todo y en ningún momento la agrupación pierde su vocación pop. El nombre del álbum no pudo ser más apropiado, pues la banda podrá intentar ritmos afrocubanos, shoegaze, post punk y seguirán siendo fieles representantes de la independencia que tanto pedía España. Y el trígono no está dispuesto a perderla.
Nicolas Jaar – Cenizas
El chileno estadounidense ofrece uno de sus trabajos más arriesgados de su trayectoria, pero también el mejor pensado y con una atmósfera súper envolvente.
La propuesta es atrevida: se trata de un viaje hacia sus adentros que matiza con un distorsiones y sonidos extraños mezclados con mucho soul para darnos la idea de un alma atormentada que necesita reconstruirse.
Aunque lúdico, el ejercicio no es tan contundente como quisiéramos, pero eso no le resta importancia al intento del productor por hacer algo más con la música electrónica. El problema es que tanta abstracción lleva el disco al terreno de la exploración y no del goce musical.
Dromedarios Mágicos – Subcampeón
Diego Puerta podía sin problema seguir en lo mismo, pues es poseedor de un folk hipnotizante y una habilidad asombrosa para platicarnos de esas cosas que nos pasan a todos, en diferentes edades. Pero no. Decidió arriesgar y el resultado es uno de los álbumes mexicanos más completos de este caótico 2020.
Por eso la magia de estos “mamíferos” se escucha refrescante, innovadora, ya no suena al cántico de un solo hombre armado con una guitarra. El proyecto ha madurado, ha sumado y se escucha en este variopinto compendio de honestidad.
Las colaboraciones le sientan de maravilla. Aunque en el joven Puerta sigue siendo el eje, los acompañamientos no son forzados y van en el mismo sentido de unión que propone este trabajo. Ese es el espíritu de este disco, el del esfuerzo coordinado que algún día, quizás, nos permita hablar de un campeonato y no de un segundo lugar. Aunque esta placa, definitivamente, no se escucha como comparsa, sino como un triunfo.
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