Metalhead: Cuando el metal es tu única salida

El metal es el refugio en el que muchos encontramos la seguridad, paz y nuestra propia identidad. Aplaudiendo la variedad, sabemos que todos los géneros musicales tienen ese poder reconfortante pero el metal tiene su propia historia.

El director islandés Ragnar Bragason así lo entiende y nos obsequia “Metalhead”  (“Málmhaus” 2013), una historia que puede ocurrir en cualquier lugar del mundo pero que en el filme está ambientada en la dinámica socio-cultural de Islandia. Con esta cinta ambientada en la década de los ochenta nos queda claro que los problemas existenciales son exactamente los mismos en todas partes, aunque vivas  cerca del Círculo Polar Ártico o a dos pasos del Fin del Mundo.

Sin embargo, la influencia del metal es universal y para la adolescente Hera Karlsdottir  se traduce en Lizzie Borden, Judas Priest, Megadeth, Iron Maiden, Riot, Savatage y Diamond Head, quienes se convierten en sus únicos compañeros ante la realidad que le toca pero se niega rotundamente a vivir.

Hera- interpretada por Thora Bjorg Helga– sufre a los 12 años la inesperada y terrible muerte de su hermano Baldur, un “metalhead” hecho y derecho. Este episodio da un giro de 180 grados a la vida de su familia que no sabe cómo lidiar con la pérdida  y a pesar de que se mantienen unidos cada quién lame sus heridas en solitario. Helga decide quemar su ropa, declararle la guerra al dios que le arrebató su existencia idílica y  destruir todo lo que era para refugiarse en el metal que tanto amaba su carnalito.

La protagonista tiene la fortuna de contar con amorosos padres que hacen lo posible por entenderla y dejarla ser aunque fallan en el intento. Con el transcurso del tiempo, Helga se convierte en una mujer rebelde, voluntariosa y dura que sólo demuestra debilidad cuando toca la guitarra frente a la tumba de Badur o en el granero de la pintoresca granja de su familia.

Asegura que nadie la entiende y siempre amenaza con irse de la comunidad “para la gran ciudad” aunque nunca lo hace. Sentada en la banca de pasajeros, provista de su instrumento y una mochila con sus pocas pertenencias, espera un autobús al que nunca se sube. Este viaje se convierte en un chiste para su propio padre: “¿Hoy no te fuiste tampoco?”.

A pesar de que la comunidad la considera un caso perdido siempre cuenta con el apoyo de su amigo Knutur, a quien realmente trae en la “friendzone”.  Helga lo aprecia pero cuando lo escucha hablar de sus sueños, relacionados con vacas y caballos, su enojo ante la vida crece. El pastor de su iglesia, quien había logrado acercarse a ella por también ser un “metalhead”, la decepciona llevándola a una vorágine en la que se convierte en la mujer que se supone “debe ser” hasta que nuevamente el metal la lleva por otros caminos.

“Metalhead” es un elogio al proceso de crecimiento de madurez y crecimiento que todos experimentamos. Bragason declaró que el filme es un homenaje al metal que lo acompañó durante su adolescencia en una comunidad remota de Islandia: “Con esta película quiero celebrar la música y el impacto y la influencia que ha tenido en mí y en millones de personas en todo el mundo”.

Personalmente esperaba ver grandes paisajes pero hay muy poco de eso porque la historia se desarrolla principalmente en la granja de los padres de Helga, en la iglesia o interiores, tendiéndole la mano al espectador para que se identifique con su propio entorno.

Los diálogos son escasos y el impacto del guión recae en el lenguaje corporal de los personajes y en la música que va dictando el desarrollo de la aventura personal de Helga.  El bonus es “Svarthamar”, rola de su autoría, un canto a la propia aceptación y a la del entorno.

María del Mar Boeta

Quiere un muñeco tamaño real de Chucky el Muñeco Diabólico. Piensa pagarlo con sueldos de reportera, historiadora y Copy Writer. Escribe bien bonito para el proyecto rock-musical-psicodélico Malosa Mami.