Rara vez contada, la historia de las pachucas es llevada a escena por la bailarina y coreógrafa chicana Vanessa Sánchez y su compañía La Mezcla, en su gira por México.
Confronta al racismo y la discriminación que sigue enfrentando la comunidad mexicanoamericana en EUA ante quienes pretenden negar espacio a los migrantes.
Pachuquismo, como se titula esta propuesta multidisciplinaria proveniente de San Francisco, California, se vale del movimiento corporal, la palabra hablada, la música en vivo y las imágenes de época.
La gira de La Mezcla en México es resultado de la gestión de Contenidos Artísticos y del apoyo que brinda USArtists International (USAI), programa de Mid Atlantic Arts, a los artistas estadounidenses en sus presentaciones internacionales.
Pachuquismo honra el trabajo, legado y resistencia de las pachucas, pues a pesar de ser maltratadas, atacadas racialmente, vilipendiadas en los medios y pasadas por alto a lo largo de la historia, se levantaron como activistas en una etapa de gran conflicto y opresión.
El movimiento pachuco fue una expresión contracultural de las jóvenes de origen mexicano, mujeres, pero también adolescentes, quienes desafiaron la marginación a la que estaban sometidas dentro de la sociedad estadounidense.
En este espectáculo se narran episodios como el de Amelia Venegas. Ella fue arrestada y encarcelada a sus 22 años por “alterar el orden público”, en junio de 1943 en Los Ángeles. Su rostro aparece entre las fotografías de archivo que se rescatan y proyectan al fondo del escenario en el video realizado por John Jota Leaños.
Danza y diálogo percusivos
Vanessa fundó y dirige La Mezcla desde 2015. Es una bailarina, coreógrafa, educadora y productora que se enfoca en las artes comunitarias y las formas de danza tradicional para enfatizar las voces y experiencias de las mujeres y jóvenes latinas, chicanas e indígenas. Es artista residente en el Teatro Brava y Profesora de Danza en la UC Santa Cruz.
Aunque Vanessa y sus padres nacieron en EUA, su familia es de origen veracruzano, y cuando vivió temporalmente en México descubrió una fuerte conexión entre el zapateado jarocho y el tap, danza que practica desde los tres años y con la que tiene mayor afinidad.
En Pachuquismo ambos géneros dancísticos crean un lenguaje rítmico diferente y hermanan la herencia mexicana y estadounidense de Vanessa, su pertenencia a estos dos mundos, a estas dos expresiones de resistencia y de afirmación de la identidad.
Basta recordar que el tap lo bailaron los esclavos africanos en EUA, en el siglo XVIII, cuando les prohibieron utilizar instrumentos de percusión y optaron por practicar con pies y manos.
La música en vivo cuenta con la dirección de Ayla Davila. Lo mismo se entonan sones jarochos populares, como La Bamba y La Bruja, que clásicos del jazz y el blues, como Dream a Little Dream of Me y Nobody Knows You When You’re Down and Out.
Combatir al patriarcado
Al visibilizar a las mujeres mexicanoamericanas, que en los años 40 del siglo XX se enfrentaron al racismo en EUA pero también al machismo, Vanessa decidió visibilizar también a las mujeres del presente mediante un elenco completamente femenino.
Nueve bailarinas, cantantes e instrumentistas interactúan en escena, evocando la tradición del fandango jarocho, para desafiar los roles de género y trascender la narrativa del pachuquismo enfocada en los hombres y difundida en la literatura, las películas y el teatro.
Mediante su vestimenta (trajes holgados conocidos como Zoot Suit), el uso peculiar del lenguaje y su conducta, las pachucas fueron perseguidas por las autoridades y condenadas por salirse de las normas de lo que era considerado la feminidad.
Contribuyeron a definir la cultura y la estética de la población mexicanoamericana en EUA y a la vez inspiraron la lucha chicana de los años 60 y 70, recuerda la directora de La Mezcla, compañía arraigada en la justicia social y las historias de resistencia colectiva.
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