¿México tiene con qué negociar? Sí.
¿Hay que unirnos y apoyar al Presidente? Sí.
¿Ponernos con Trump a la “trumpadas”………….?
En los últimos días he visto con asombro cómo analistas, políticos y otras figuras públicas, enarbolados en la bandera tricolor como mexicanos al grito de guerra y casi por unanimidad, se envalentonan y empujan al Presidente a enfrentar con fiereza a Donald Trump y su draconiana política exterior.
Cierto es que obligarnos a pagar el muro y amenazar con aranceles y deportaciones a nuestro país, su mejor vecino, es inaceptable y debe defenderse –definitivamente que sí- pero más que ponerse los guantes se debe trabajar en la estrategia, es decir, más maña que fuerza.
Ponerse con Trump a las tumpadas puede ser muy peligroso y costoso para México, aun cuando tenemos el respaldo de la comunidad internacional, es pretender calmar al tigre a sombrerazos. Si bien nos alcanza para negociar, no estamos en igualdad de condiciones, no hay equilibrio de fuerzas y al parecer tampoco hay voluntad ni paciencia.
No nos engañemos, Estados Unidos ha sido siempre nuestro vecino e incluso aliado pero nunca nuestro amigo. En nuestro más desafortunado desencuentro –o pleito vecinal- “se brincaron la barda” y nos quitaron más de la mitad de nuestro territorio. Recientemente, Obama, con su sonrisa bonachona, registró el mayor número de deportaciones en la historia entre los dos países.
La prudencia ha caracterizado siempre a la diplomacia mexicana y la ha hecho brillar. Para Trump, la paciencia juega en su contra. El muro, el aguacate, Ford, el TLC, se trata de intimidar al rival mostrando el músculo y si se puede noquearlo en el primer round; tiene prisa por darse a notar entre sus votantes pero sobre todo con sus demás “aliados”y enemigos.
Se equivoca quien piense que valiente significa imprudente o irresponsable. Se ponen el parche antes de la herida y declaran “esto es una guerra”. En una guerra hay granadas y misiles, y lo que tenemos hoy son twitazos y berrinches amenazantes. Ya lo dijo el Ingeniero Slim: “Trump no es un Terminator es un Negociator”.
Como en el box, hay que pelear, sí, pero con estrategia, con mucha inteligencia. Si nos vamos al intercambio de golpes directo sacaremos la peor parte; no perdamos de vista que somos un peso ligero contra un peso completo y el oponente sabe que enfrenta a un rival más débil con un presidente devaluado y desgastado.
Más allá de aspavientos y pararse de la mesa, se necesita un equipo “canchero” y colmilludo que enfríe los ánimos y prolongue el partido, amparado en los acuerdos firmados en los tratados internacionales.
¿Respaldar al Presidente? Sin duda, nos guste o no, con su 12% de aprobación es quien tiene la responsabilidad de plantar cara a este frente; es el capitán de este barco hasta el momento y si el barco se hunde, nos hundimos todos.
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