Ponle play: discos nuevos de Aurora, Porter y Cate Le Bon

Ponle play

Aurora – The gods we can touch

Es bien conocida la capacidad de la noruega por crear atmósferas celestiales y es habilidad explica su éxito entre los escuchas deseosos de adentrarse en espacios sonoros etéreos.

Si a eso le sumamos piezas de enorme dramatismo, nos topamos con el trabajo más ambicioso de su carrera, pero al tiempo el más cercano a ese discurso que ha estructurado desde que comenzó a hacer música: recrear la divinidad a través de coros mágicos y discursos de libertad.

Es por eso que en esta ocasión se da la oportunidad de criticar las problemáticas mundiales actuales con el respaldo de sintetizadores sombríos y misteriosos, con los que logra un aura de pesadumbre que se va despejando conforme avanza hacia esas líricas esperanzadoras.

Porter – La historia sin fin

Otros que se centran en buscar el significado mágico de la vida son los mexicanos de Porter, que entregan el álbum más “espacial” de su carrera, pese a ya haber experimentado esas atmósferas antes.

Este trabajo no sólo nos cuenta la historia de un cuarteto de exploradores que ven al mundo construirse y destruirse una y otra vez, sino que funciona también como testimonio de lo que ha sido el principio, fin y reinvención de la banda.

Es por tanto, el trabajo más ambicioso de los jaliscienses, uno en el que rescatan los sonidos que captaron la atención de los melómanos y presentan nuevos matices para dar muestra de su versatilidad, sin perder su acostumbrado estilo.

Cate Le Bon – Pompeii

Entre sonidos de los 70 y 80, la de Gales sigue su tránsito por el art pop, ahora de un modo que parece centrarse en el dolor y su capacidad para transformarnos.

Quizás como un modo de encarar las llagas ocasionadas por la pandemia, la autora repasa ciertos comportamientos de la humanidad que parecen inexplicables y al mismo tiempo vaticina un destino trágico como lo ocurrido con la ciudad que da nombre a esta producción.

Pese al esfuerzo conceptual, sonoramente es muy plano como para generar grandes emociones. Su carácter hierático bien podría representar nuestra falta de expresividad ante los problemas de hoy, por lo que es al mismo tiempo bendición y maldición para la propuesta de la compositora.