Big Sean
Sigue sacando de discos que no son redondos. Hay tres, cuatro temas muy importantes, bandera, que pintan para ser trancazos y dominar las listas de popularidad del año, pero el álbum completo se torna tedioso cuando quema todos los cartuchos en unos cuantos temas.
El apadrinado por Kanye West exhibe mucho talento cuando aborda temas serios, cuando se dedica a “cotorrear” es sólo uno más de los tantos raperos que abundan en la industria.
Thievery Corporation
Siguen haciendo un reggue muy rico, pero el discurso rastafari necesita refrescarse. No obstante, esta mezcla de sonidos del mundo se disfruta y conjugado con esos ruidos místicos y caribeños dan al álbum un aire de variedad, aunque no represente más que una continuación de lo presentado en anteriores producciones.
Y con el refresco no nos referimos a un cambio de ideas, sino a una forma diferente de presentar el discurso, como esos eventuales rapeos en donde se habla de las minorías y de empoderar a la gente.
Mother Mother
Cuando se ponen ruidosos los canadienses logran interesantes reacciones en este disco, pero al abandonar el estruendo hay mucho del pop tradicional del que reniegan. Eso no quita que la armonía conseguida por las voces masculina y femenina creen un agradable vínculo para contar historias.
Para pasar el rato.
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