Ponle play: discos nuevos de Father John Misty, Melt Yourself Down y Bronquio – 41V1L

Ponle play

Father John Misty – Chloë and the next 20th Century

El señor Tillman presenta un proyecto encantador en el que nos transporta a la época dorada de Hollywood, tiempos en los que una canción de amor podía ser igual de graciosa aunque albergue en el fondo una enorme pena.

No es un secreto que es un devoto del cine, por eso sus canciones, por momentos, parecen películas. En un compendio de devoción y excesos, el autor logra un trabajo entusiasta pero cuya duración nos hace pensar que en formato breve hubiese logrado una mayor contundencia.

Es en esa extensión que el discurso se pierde, mutando de un jazz elegante en la primera mitad a algo ligeramente ochentero pero poco claro. No obstante, la idea de acercarnos al Broadway clásico se agradece.

Melt Yourself Down – Pray for me I don’t fit in

¿Es jazz, es afrobeat, funk? ¿Qué es? No importa. La mezcla de alientos con melodías tradicionales egipcias es atrevida y el resultado envolvente. Por lo menos despierta nuestra curiosidad.

No pierden el eclectismo que les caracteriza desde su primer disco, es más, lo potencian en este cuarto LP pero ya con un entramado más exuberante y apropiado para decirnos que no van a dejar de experimentar.

Es un disco que celebra el espíritu de los inadaptados, fervientes defensores de una bandera que no quiere encasillamientos, simplemente sonar con un ritmo bailable y cantar como si no hubiese mañana.

Bronquio, 41V1L – Sea lo que sea

Santiago Gonzalo y Livia Marín confirman que son de lo más atractivo del urbano underground de España, con letras que igual reclaman por las injusticias pero que nos coloca a nosotros mismos como principales responsables de nuestros malos momentos.

La fusión de electrónica con un pop que se acerca a los modos del trap o el reguetón confirma con fortaleza que la estructura que proponen son más guiños que imitaciones: están forjando un muy interesante y atractivo camino para destruir barreras.

Básicamente se trata de una propuesta que pide aprender de nuestras propias heridas, pero el truco está en que no es un trabajo básico, por el contrario, es un deleite y exige dejarse llevar antes de pensar en géneros o subgéneros.