Ponle play: discos nuevos de Gaspard Augé, Dodie y Evanescence

Ponle play

Gaspard Augé, Justice – Escapades

El disco solista de uno de los integrantes de Justice intenta ser lo que su título propone: un escape, un viaje hacia algún sitio conocido pero sin explorar. Es por eso que suena a la banda sonora de una road movie, con escenarios cálidos, placenteros y sin demasiadas pretensiones.

Su estructura de pop de los 80 le hace incluso más accesible y está lleno de sintetizadores amigables, que buscan todo el tiempo la comunión, aunque no es lo único encontramos, pues el músico se apoya también en coros humanizados y alientos igual de alegres.

Lo curioso es que, pese a su “accesibilidad”, no es un trabajo completamente comercial, es decir, no se rige por las reglas del consumo. Tampoco es un desbordamiento de pasiones y deseos personales, es como un juego, en el que determinados personaje protagonizan una historia muy bien musicalizada con estas piezas.

Evanescence – The Bitter Truth

Con “chispitas” de rock industrial la banda vuelve para reconquistar a su público con piezas que suenen a aquellos años de gloria a comienzos del 2000, pero con letras que dan cuenta de los estragos que el tiempo ha hecho en la agrupación.

Y aunque el intento invita a ponerse dramáticos, la realidad es que la banda lo convierte en una nueva forma de comunión con sus fans, presentando más de la vieja fórmula, pero también un sonido más relajado y mucho más gótico que cuando se vendían como la representación misma de ese subgénero.

Al final, resulta un trabajo digno, que no busca los power hits para venderse. Simplemente ofrecen una experiencia más cercana al rock llamado alternativo de los 90 que al nu metal que intentaron por momentos.

Dodie – Build a Problem

¿El personaje se comió a la persona? Es difícil saberlo pues a Miranda Clark el mundo la conoció como una youtuber muy honesta y que igual podía hablar de un tema serio mientras cocinaba que en un juego de imágenes que nos hacían pensar que se encontraba en pleno goce de un estado etílico.

Ese mismo efectismo tiene este álbum que trata de llevarnos a esos rincones de su mente de la mano de una guitarra acústica. Sin embargo, en estas piezas donde rebosa seriedad el melodrama es tal que nos olvidamos por completo de las delicadas armonías que propone.

Es un poco como escuchar las confesiones oscuras de alguien que lleva toda la noche llenándose de copas, por lo que a momentos esta aparente profundidad nos rebasa y no entendemos si se trata de sarcasmo o algo más denso detrás.