Ponle Play
Kings of Leon – Can We Please Have Fun
El título del disco parece advertirnos que vamos a encontrar una de las versiones más ligeras de los hermanos Followill y se confirma luego de un avasallador comienzo que va diluyéndose conforme nos damos cuenta de que los de Tenesí “sólo querían divertirse”.
Se trata de un trabajo irregular en el que sobresale un puñado de temas de excelente producción y que explotan con poder la galante tesitura de Caleb, mientras que otros se pierden en la intrascendencia de una charla superflua durante una noche de borrachera.
“Ballerina Radio” es un torbellino y es una pena que los temas más tranquilos del álbum no alcancen esos niveles que alguna vez les escuchamos a lo “Reverly”; sin embargo, ese retorno mediano al garage rock nos indica que no están dispuestos a dejar que la crisis de la mediana edad les gane la partida.
Khruangbin – A la Sala
El trío le da una vuelta a su sonido y en vez de presentar esa psicodelia tan envolvente de sus dos trabajos anteriores ahora nos llevan prácticamente a su casa, con un compendio de canciones más delicadas, íntimas y que se siente como un “jameo” con amigos en cualquier rincón del hogar.
Se presenta pues como un vaivén de emociones, es una colección de retratos como quien mira desde la ventana de la sala y puede encontrarse con variados escenarios. Su grandiosa cualidad es que no pierde nunca esa postura contemplativa.
Es una invitación cálida a compartir el proceso de experimentación de los de los texanos en lo que se regodean en esa habilidad por mezclar ritmos y melodías con su muy particular estilo.
Justice – Hyperdrama
No sé si es algo muy de los franceses, pero cuando aparecen obras como ésta queda claro que se trata de un país que entiende perfecto que no se trata de sacar disco tras disco para estar vigentes, sino procesar y dejar madurar las ideas para salir con propuestas nuevas o, al menos, medianamente interesantes.
Y no es que se queden precisamente en la medianía, pero a ese pop dance galo le hace falta explosiones en determinados momentos. Se siente cachondo, nos obliga a contonearnos de un modo orgánico pero sí les extrañamos esta suciedad de sus primeros trabajos.
Es como si hubiesen retomado esas primeras experiencias pero puliéndolas hasta sacarles un brillo que nos muestra otra cara del dúo, más pulcro, menos arriesgado y con la intención de explorar su lado galante.
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