Ponle play: discos nuevos de Ollin Vázquez, Maggie Rogers y Danger Mouse and Black Thought

Ponle play

Ollin Vázquez – Fa(u)ces

La exploración de sus raíces oaxaqueñas va más allá del uso de sonidos característicos de su Juchitán natal. Es un recorrido experimental por los rostros que dan sentido a sus ansias por descubrir las sonoridades de una zona específica y al mezclarla con una instrumentación pequeñita hacerla universal.

Más que el disfrute melódico de piezas, se trata de una forma de crear intimidad a partir del recuento de vivencias y personas que marcaron de una u otra forma su existencia.

La voz humana se convierte entonces en el principal instrumento, al modo de aquellos viejos juglares, pero envuelto en un entramado electrónico que parece más la banda sonora de una película.

Maggie Rogers – Surrender

¿De qué va la vida? Eso se pregunta constantemente la de Alaska en este disco y para responderse, o, mejor dicho, para “rendirse” ante el simple goce de vivir, se sirve de un pop delicado y armónico que da un sentido menos existencialista a sus dudas.

Es, de cierto modo, un símbolo de los tiempos que vivimos, en los que todos queremos fluir pero no siempre lo logramos. La música que aquí presenta está construida por ese mismo formato, cantándonos sobre esa libertad ansiada pero sin soltar del todo el esquema convencional del pop, lo que a veces nos remite a canciones de éxito probado.

Pese a todo, permite que los sonidos serpenteen todo el tiempo, dando una sensación de que estamos ante un ente vivo que no tiene claro un rumbo pero sabe que no puede dejar de moverse.

Danger Mouse and Black Thought – Cheat Codes

La unión de este par de viejos lobos de mar es por demás afortunada, poderosa y potente: no es un homenaje a la vieja escuela, es el old school mismo haciendo un repaso de lo que les hizo grandes y depurando vicios para presentar una propuesta plural y animada.

El trabajo se queda a medio camino de ser algo enorme, pero con lo que presentan basta para hacernos saber que van por más, que han encontrado un modo de entenderse y rebasar lo que sus carreras ya han ofrecido con éxito.

Esos “códigos engañosos” no son tan divertidos como parece, pero sí directos y con la energía suficiente para dar forma a sus obsesiones.