Ponle play: discos nuevos de Primus, Wolf Parade y Vaya Futuro

Wolf Parade

Su vuelta da cuenta de cierta madurez, pero también de una energía perdida que no le viene bien al power pop que presentaron a mediados del 2000.

Se nota que los años pasado y les sienta bien en lo lírico, donde las letras siguen cargadas de denuncia social, pero no así en los sonidos que exhiben una falta de inspiración (o trabajo), pues se repiten y eso contrasta con la frescura con la que abordaron la escena indie.

Vaya Futuro

Han crecido y es más notable en su lado instrumental, donde ya no existe una búsqueda de un estilo pues está muy marcado, logrando con ello separarse de sus contemporáneos para ir en pos de la consolidación más allá de México.

Y no sólo se trata de lo versátil, pues igual incluyen temas con toda la carga de hits radiales (pegajosos y ligeros) sino también algunos más reflexivos y contundentes como “Desierto”.

Debo confesar que soy más fan del “Perro verde y triste”, pero da gusto que la evolución de su música sea notable, aunque no todo funcione del todo.

Primus

Los de San Francisco reunieron a su alineación original para sacar un disco con temas inéditos a más de 20 años de un álbum similar y el resultado es una vuelta a los orígenes que se escucha desigual. Un tanto irónico porque lo que nos fascinó de ellos por años fueron sus ansias de experimentar y hacer algo más que “ruido” armónico.

Cuando se instalan en la faceta del Primus más puro los temas fluyan con enorme agrado, pero cuando se ponen a explorar se pierden un tanto, lo que no significa que esté mal, por el contrario, que sigan así de vivarachos, intentando nuevos rumbos, lo que podría garantizar que regresen a la producción constante y arrojen buenas cosas.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.