Imagen: IMER.

Ponle play: discos nuevos de The Prodigy, Dead Can Dance y Richard Ashcroft

Ponle play

 

The Prodigy

Con una atmósfera más rockera, los británicos no se salen de la línea que ha trazado para sí mismos, haciendo su sonido extremadamente reconocible y excitante.

La mezcla de bits de hip hop con el estruendo de las guitarras entrega una experiencia energética, más cercana al metal que a una fiesta electrónica.

Lamentablemente, tanto ruido evita que los de Essex profundicen en lo lírico, resultando un álbum de mucho ruido y pocas nueces. Aún así, para comenzar la “fiesta dura”, este nuevo trabajo combina perfecto.

 

Dead Can Dance

Siempre le han tirado a trabajar el concepto antes que la música y ahora esta estrategia es más tangible con las divisiones y formas que diseñaron para este nuevo álbum.

El homenaje al culto del dios griego tenía forzosamente que incluir parte de esa nostalgia tribal que evolucionó a los sonidos del folk europeo, y aunque hay mucho de eso en este álbum no se olvidaron de darle fuerza a la narración para componer un viaje histórico auditivo, apoyados enormemente en sonidos ambientales y poco uso de vocales.

 

Richard Ashcroft

La pedantería que funcionó de maravilla para el brit pop sigue siendo la base de sus composiciones aunque ahora sí se permite aparecer vulnerable y reflexivo ante el paso del tiempo y un mundo totalmente diferente a cuando pensó que se convertiría en un ídolo.

Hay dos modos de entender esta irreverencia que ofrece en su álbum “rebelde”: como la terquedad del chavorruco que se niega a pensar que sus mejores momentos han pasado o como quien se despide de modo blusero de un estilo de vida que le llevará a la creación de letras más maduras.

Al final, el retrato del artista aferrado le sienta bien y es quizás su disco con las mejores notas después de aceptar que no es más un chaval.

 

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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