Ponle play: discos nuevos de Valerie June, Royal Blood y Olivia Rodrigo

Ponle play

Olivia Rodrigo – Sour

Su éxito tiktokero puede ser al mismo tiempo una bendición o una maldición, ya que puso la vara muy alta para este trabajo que va precisamente de la necesidad de olvidarnos de etiquetas o de estos intentos naturales que tenemos a veces de definir las cosas.

El “gran detalle” con esta producción es que hay un intento desmedido por mostrarnos que puede hacer cualquier cosa, y este esfuerzo por presentarse versátil también estorba al momento de definir una personalidad.

Lo interesante es que tiene las ansias de probar que ha tenido buena escuela al igual que sus compañeros actores que también decidieron hacer música, así que es muy probable que tengamos su música un buen rato. El tiempo dirá si ese tema que ya podemos colocar entre los mejores del año no fue un “one hit wonder”.

Royal Blood – Typhoons

Más grande, más intenso y hasta ¿disco? El dúo se desmarca de lo realizado con anterioridad sin perder su estilo y ofrece un trabajo que va a agradar a quienes aplauden los esfuerzos por encontrar nuevos caminos, aunque los que esperaban algo más parecido al álbum debut probablemente lo van a rechazar.

Y es así porque ya no suenan al ejército de dos que hacía todo con una guitarra y una batería. Ahora hay teclados, ahora hay distorsiones más elaboradas, existe una instrumentación más detallada, al punto que los sintetizadores está presentes prácticamente todo el tiempo.

Es de esos trabajos que sabes que en directo han de ser una brutalidad, esperemos no equivocarnos.

Valerie June – The moon and stars: prescriptions for dreamers

No es raro que una artista de R&B coquetee con el pop, pero cuando se adentra de lleno al género la posibilidad de caer en la simpleza es alta. Aquí no ocurre, la de Memphis brilla de un modo espectacular cuando se pasa del lado más comercial de la música.

No hay una traición a los orígenes, por el contrario, hay un intento bien planificado por abarcar nuevos horizontes y combinar lo mejor de ambos mundos.

Lo mejor es cuando se aferra al góspel que le conocemos de antes para desgarrarse el corazón y exhibir las cicatrices con ese vozarrón que suena como un lamento. El lado pop queda bien para el anecdotario, y ya.