Ricardo Anaya es uno de los mejores ejemplos de las nuevas generaciones de políticos chapulines que dejan en claro que no importa la edad ni las capacidades, siempre y cuando estés bien conectado para servir a quien así te requiera.
El joven Anaya -como lo llama el hoy gobernador de Chihuahua, Javier Corral– ha sabido cobrar sus servicios al grado de poder generar los suficientes recursos para que su familia viva con 400 mil pesos mensuales en Estados Unidos, además de poseer propiedades y ocupar un súper departamento en Paseo de la Reforma, claro, todo gracias a su ‘buen oficio’ político.
Todo estaría bien si Anaya no estuviera buscando desde la presidencia de su partido, Acción Nacional, la candidatura a la presidencia para el 2018.
Peor aún resulta la calidad moral del aspirante que por un lado dice servir (o servirse de México por medio de los cargos públicos), mientras que refugia a su familia lejos de la violencia e inseguridad que reina y apremia en el país, la cual es resultado del sistema corrupto del que él forma parte y que no parece incomodarlo.
Más preocupante es que Anaya avance en sus aspiraciones políticos sin tener en su historia la obtención de algún cargo público por medio del voto, ya que para eso sirven los puestos plurinominales y el amiguismo, ¿o no?
Lo que más llama la atención es la terrorífica visión que tiene el millonario político quien no se cansa de decir que su partido está mejor que nunca y está listo para regresar a los Pinos, mientras que el tema del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, y los moches de sus diputados federales y senadores sigue sin esclarecerse y peor aún, con un castigo para quienes lucran con el recurso que se destinada para obras en las zonas del país menos favorecidas.
Por otro lado tenemos a Ricardo Monreal, que ha sido gobernador de su natal Zacatecas, senador, diputado federal y ahora delegado de la demarcación más importante en materia política, económica y social de la Ciudad de México, la Cuauhtémoc.
Monreal, quién es fiel seguidor y discípulo de AMLO, tiene el perfil como candidato de MORENA para contender en el 2018 para Jefa de Gobierno de la capital del país. Tal situación obliga al veterano político a tener que hacer lo que sea para aparecer en la opinión pública y mantenerse vigente al precio que sea.
La nueva víctima de la necesidad de cámara de Monreal fue el equipo de producción del cineasta Alfonso Cuarón, el cual a pesar de contar con los permisos de ley que pide el gobierno de la CDMX. tuvo que enfrentarse con el súper delegado que hará cumplir la ley a como dé lugar con su demarcación.
Claro, una ley que aplica sólo para quienes pueden darle vista pública y mediática, ya que por otro lado es sabido por todos que la Cuauhtémoc se cae a pedazos entre los ambulantes, la intromisión del crimen organizado y el lucro de la calle ¿o no cada día es más complicado poder estacionarse sin tener que luchar a muerte con los famosos ‘viene-viene’?.
Monreal ahora con Periscope en mano (muy al estilo de Arnes) dio muestra de su poder como delgado o intentó proyectarla para imponer su autoridad, triste ya que en lugar de perseguir a cineastas existen muchos pendientes por resolver en su caótica y enloquecida delegación.
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