Seamos honestos, sabíamos que pasaría, era necesario y se pedía a gritos: comenzar y lograr poner orden al mundo que tenemos y que se ha dejado ir de boca ante la globalización, el neoliberalismo y sus prometedoras bonanzas.
Hoy estamos pagando las consecuencias, le tocó a México, pero es un mensaje para el mundo: son necesarios los controles, aún impuestos a la fuerza. Triste, pero cierto.
Si bien son necesarios, para nada y por ningún motivo se justifica la violencia con la que se buscan imporner, en este caso por encima del diálogo, la diplomacia y los procesos civilizados. Es un Brexit involuntario, que se hace a la fuerza y por medio de tweets, sin capacidad de negociación, todo por mantener la imagen ante su electorado, público, ya después sus ciudadanos.
El reto es para todos, el cambio es incierto, puesto que no hay reglas claras, pero este caos pueden generar nuevas sinergías, nuevos trazos en la realidad no sólo de México si no del mundo entero.
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