Se les llama adolescentes porque les falta (adolecen) de la madurez suficiente para hacer frente a los problemas de la vida adulta. Y cuando eso pasa hay que buscar ayuda: en los padres, en los hermanos, en los amigos, en los psicólogos, las convivencias diarias. En el amor. Pero cuando éste último también falla hay dos manifestaciones artísticas que suelen entrar al rescate: el cine y la música.
“Sing Street: Es tu momento” es de esos musicales en donde no puedes evitar sonreír, donde todo te obliga a recordar, porque no es una película para jóvenes que buscan un camino en el mundo de la música: es para todos los adultos que fuimos tontos, cursis, agresivos, enojados, confusos… El filme de John Carney es el equivalente a un disco lleno de hits, con la estructura de rigor que incluye el corazón roto, el himno de rebeldía y los momentos de optimismo.
No importa que esté ubicada en la Irlanda de los 80, lo de Cosmo (Ferdia Walsh-Peelo) es la historia de todos, si bien no en lo que al triunfo del amor, si en esa época de la vida en donde nadie nos comprende y donde somos incapaces de entender a nadie.
Claro, hay una historia de amor que sigue con entusiasmo los cánones de chico conoce a chica, sufren, luchan y triunfan, pero en este caso el romance no es más que otro aspecto del enorme tema que significa la música.
El homenaje se atreve a evitar las estructuras del canto por doquier, aunque la música esté presente en todo momento, en cada sentimiento que lleva a Cosmo a enfrentar su realidad y evadirla porque no es grata.
Más importante aún, ante lo nublado de los escenarios, la música se convierte en el punto de unión y encuentro entre diferentes, el puente que comunica a los hermanos sin importar las edades, el placebo ante las dolencias y la puerta de entrada de las ilusiones a la mente.
Hoy que se nos vende nostalgia en cada producción fílmica con el afán de que compremos como locos todo lo relacionado con lo que nos acerque a nuestra infancia y adolescencia, “Sing Street” entrega un boleto de vuelta para abofetearnos y preguntarnos ¿y tus sueños? ¿los cumpliste? ¿y el amor? ¿lo lograste? La película es un enorme truco. No podía ser de otro modo. Crecer es eso: una trampa.
Divertida, conmovedora, con un corazón que palpita con cada repique de la batería, a cada guitarrazos, con el envolvente embrujo de un sintetizador que reproduce notas musicales que buscan el lado optimista de una existencia llena de sinsabores.
“Sing Street” es ingenua. Nosotros lo fuimos. Algunos seguimos igual. El cineasta dublinés elabora un manifiesto plagado de aproximaciones apresuradas, erráticas, con una narrativa que encima la cámara en los rostros ilusos de unos chamacos que quieren comerse el mundo aunque no saben cómo, en medio de familias disfuncionales que perdieron la vitalidad en algún punto, justo cuando se convirtieron de lleno en adultos o les alcanzó la muerte.
En esa imperfección Carney hace de su cinta un joven deseoso de encontrar un escape y la música aparece para darle fuerza, inyectarle energía, cuestionar sus miedos y anhelos. Un vez más, como si de musicoterapia se tratara, letras, ritmos, tonos se cohesionan para salvar el mundo, el de un chico al que no le queda otra más que cantar, de dolor, de alegría, de lo que sea, pero cantar.
“Sing Street” es un clásico inmediato, un producto de culto al que vamos a revisitar cuando nos haga falta fuerza, porque es una cinta sobre el rock, el pop, salvando almas, purificando corazones.
Claro, el tema musical con que cierra el filme, “Go Now”, de Adam Levine, va que vuela para una nominación a la temporada de premios que se acerca, aunque muy probablemente no alce estatuilla alguna. Pero, no importa, porque al igual que la película, se trata de componer, de crear, de exorcizar los demonios con una guitarra.
La banda sonora compuesta para este musical es de antología.
El cine siempre te salva. Y la música también. Si todavía podemos presumir de ello quizá no seamos tan adultos después de todo. Y eso es una maravilla.
Sing Street (2016)
Dirección y guión: John Carney.
Protagonistas: Ferdia Walsh-Peelo, Lucy Boynton, Kelly Thornton, Jack Reynor, Aidan Gillen.
Fotografía: Yaron Orbach.
Edición: Andrew Marcus, Julian Ulrichs.
Adam Levine-Go Now
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