Sam Mendes es, aparentemente, su peor enemigo. Spectre, la película 24 sobre las aventuras de James Bond, da continuidad a lo visto durante Skyfall y las cintas detrás que ocupan como protagonista al actor Daniel Craig. Y todo funciona como un todo, pero la nueva entrega palidece ante lo que vimos antes.
Mendes puso la vara muy alta con Skyfall, una de las cintas Bond más completas en todos los sentidos. Si bien no es el filme puntero en calidad de las historias cinematográficas del 007, sí uno que se arriesgó a mostrar a un espía amenazado por sus fantasmas y que no tuvo temor de darle un giro al agente de la sangre fría.
La teatralidad del director es notable, no se olvida de sus orígenes sobre las tablas y planeando para ellas, por lo que el argumento de Spectre no es lejano a uno de los eternos temas en el teatro: la familia.
En una película de Bond tiene que haber explosiones, persecuciones, villanos que parecen indestructibles y, no importa cómo, nuestros héroes siempre sale airoso. Por tanto, la diversión está garantizada. Sin embargo, la película tiene varios peros.
Spectre no es una película de espantos pero está llena de “fantasmas”, Bond vive ahora la sed de venganza por lo que se le arrebató y por fin nos enteramos de la mente detrás de todo el odio del 007. En ese aspecto, Christoph Waltz sigue con esta idea de entregarnos a un villano que está más allá de las ansias de dominación mundial y con móviles “entendibles” en cierto sentido. Pero, la celeridad con que Bond logra arruinar los planes de los “malos” es tan frío como el resto de lo que se aprecia en el filme.
El ambiente es así, indiferente, seco, Bond está enojado, contrariado, busca quién se la pague y eso contrasta con toda la pasión vista en Skyfall. No perjudica a la cinta, lo que no agrada es que tuvimos un 007 diferente, lejos de esa idea de siempre del eterno don juan sin sentimientos. Spectre nos regresa a ese escenario cuando queríamos un paso más hacia ese otro espía.
Luego de concretar la reinvención de Bond, Mendes tenía que darle juego a todos los personajes que optó por involucrar, por eso vemos al nuevo M (Ralph Fiennes) en trabajo de campo, a Q (Ben Wishaw) sacrificando el pellejo por el héroe y a Moneypenney (Naomie Harris) cediendo a las instrucciones del 007, obligando al protagonista a trabajar en equipo y dejando claro que no se trata del hombre solo contra el mundo.
Es evidente que de lo que se trata es dejar todo listo para que haya Bond para mucho tiempo más, pese a que en esta última etapa con Daniel Craig como el espía imparable se basa en las primeras historias desarrolladas por la pluma de Ian Fleming. En estos movimientos calculados, se perdió parte de lo ganado. Se fue la evolución, la novedad, tenemos al mismo 007 de antes. No nos molesta, nos gusta, pero hubiera sido bueno seguir esa ruta trazada.
Skyfall era obscura, Spectre es gris. Es así porque Bond está viviendo su duelo, pero la atmósfera es igual. Los “muertos” que desfilan en la secuencia inicial que se filmó en la Ciudad de México son más coloridos y guapachosos que aquellos que atormentan al héroe. Claro, es británico. No conciben la muerte como el jolgorio, sino como un normal día lluvioso londinense.
Por cierto, lo de Dave Bautista es un homenaje a Mandibulas, queremos creer. De otro modo, ese Hinx no se comprendería más que como distractor.
Puntos a destacar: Léa Seydoux se ve impresionante y su rol, alejado de la mujer en peligro que caracteriza a, fácil, unas 15 películas de Bond, se agradece. Waltz por fin se saca la máscara y nos revela a uno de los grandes villanos de la saga, los fanáticos pueden volverse locos. Con esto, la mesa está servida, la nueva era del 007 tiene a todos los elementos dispuestos para darle una nueva vida, larga y próspera.
Spectre (2015)
Dirección: Sam Mendes.
Guión: John Logan, Neal Purvis, Robert Wade, Jez Butterworth.
Protagonistas: Daniel Craig, Christoph Waltz, Monica Belluci, Léa Seydoux, Dave Bautista.
Fotografía: Hoyte Van Hoytema .
Edición: Lee Smith.
Texto publicado en Azteca Noticias.
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