Es la década de Netflix, eso no lo podemos negar. La forma en la que se ha diversificado la manera en la que consumimos contenido mediático es impresionante, tanto como la manera en que constantemente se transforma. Poco a poco el mercado digital nos conecta más con diversos temas, formas de ver el mundo e historias en los que nunca imaginaríamos interesarnos.
Netflix estrenó Making a Murderer desde finales del 2015, una serie documental que habla del caso de Steven Avery, un hombre de Wisconsin, en Estados Unidos, de un pueblo llamado Manitowoc (técnicamente es un condado) quien fue condenado a prisión por una violación que no cometió.
El documental sobre la inocencia de Steven Avery nos lleva al status actual del caso y el drama, -no podemos llamarle de otra manera- que se desata cuando es detenido una vez más y acusado ahora de homicidio. Desde el estreno de Making a Murderer la atención se ha despertado nuevamente, ahora de manera global: miles de personas volcadas a las redes sociales en protesta por la segunda acusación y las teorías de conspiración no se hicieron esperar. Es cierto, es necesario ver la serie para tener contexto y no, aquí no la vamos a spoilear. Sin embargo, es importante ver todas las caras del prisma.
Lo interesante de la historia de Steven Avery es, para empezar, que mucha gente convicta como él, es inocente (demostrado en su primer caso), ya que fueron juzgados antes de que las técnicas de cotejo de ADN y otros “avances” puedan demostrar la inocencia o culpabilidad, sobre todo en una violación. El concepto de duda razonable es clave en el desarrollo de la historia y es muy interesante cómo al impartir justicia, cada punto de vista y opinión es tan subjetivo como la memoria de la víctima, la opinión de la fuerza policíaca, la percepción del jurado, la angustia del acusado y su familia, y al final, la más importante, la del juez.
Hay muchos casos similares de personas que tuvieron la suerte y persistencia, que sus casos fueron revisitados, la evidencia nuevamente procesada y fueron exonerados, ¿cuántos de ellos son inocentes y siguen en la cárcel? y ¿cuántos de ellos están permanentemente dañados por años de encierro? ¿cuántos están muertos?
El caso de Steven Avery es sólo la aguja en el pajar, las circunstancias llevaron a que Moira Demos y Laura Ricardi tomaran interés en la historia y pasaran más de 10 años para que ésta saliera a la luz como una serie documental en Netflix, empresa que ha apostando a producciones shockeantes, resultados que NO alegran a los medios tradicionales. Es de destacar que el punto de vista de Making a Murderer es sencillo, la creencia de que Steven Avery es inocente, por lo tanto es necesario que como expectadores tomemos ventaja de la amplía información existente y veamos todas las caras del prisma en cada caso.
El fenómeno de Making a Murderer nos hace odiar al sistema de primera mano y querer aventar la lámpara por la ventana, sin embargo, muchos artículos, entrevistas a los implicados y testimonios de la gente directamente relacionada en el caso de Steven Avery nos obliga, como humanos pensantes (por favor no lo olvidemos), a discernir y armar nuestra propia opinión sobre el caso.
En México, como en casi todo el mundo, el sistema de justicia es corrupto, aislados esfuerzos por demostrarlo destacan al igual que Making a Murderer en documentales como Presunto culpable. ¿La prueba? Es el documental que rompió récord de taquilla en nuestro país en el 2011, lo cual demuestra que los medios masivos SÍ pueden -de manera constructiva- despertar el interés colectivo, la demanda de justicia y la revisión de casos que parecían olvidados pero pueden revivir por la vía legal.
Making a murderer, MUY PROBABLEMENTE, comenzará producción de la segunda temporada este año 2016.
Laura es Diseñadora gráfica, geek y web master, curiosa constante, Art Noveau fan y procrastina de manera profesional.
