El dios del trueno volvió más necio que nunca en “Thor: Ragnarok“, un verdadero giro ante toda la solemnidad que envolvió en las dos películas anteriores en solitario de la deidad asgardiana.
¿Es un asco? No, pero tampoco logra altos niveles de entretenimiento, porque para que funcione hay que acudir a la sala con ganas de reírse de todo. Eso es lo que hace el director Taika Waititi: un trabajo que parece burlarse de sí mismo con una estética muy ochentera.
Su principal problema es la inconsistencia. Hay bromas que funcionan muy bien y otras que no entran ni con calzador, sumamente forzadas y hasta absurdas. Y muy probablemente esa es la propuesta de Marvel ahora: acierto y error.
Las películas de superhéroes han variado su formato, para bien, al dejar de exponer la clásica historia de la creación del héroe hasta su victoria más cercana. La casa que compró los estudios Disney dejó de jugar al intelectualismo y se centró en hacer puro y mero entretenimiento. Sí, con unas cuantas referencias al mundo de hoy y a los problemas que nos aquejan como sociedad global, pero están más dedicados a hacer productos que sirvan como fuga.
Desde el éxito rotundo de “Guardianes de la Galaxia“, la idea es jugar con los géneros pese a que los protagonistas sean superhéroes. En esta ocasión, “Thor: Ragnarok” se construye como una bud movie de las que tanto abundaron hace tres décadas, colorida y llena de “pastelazos”, así como de diálogos que sueltan tantos chistes que de mil alguno habrá de pegar.
Waititi ha demostrado ser un maestro del absurdo, que puede reírse de temas escabrosos o figuras míticas y es exactamente lo que consiguió con Thor: burlarse del dios para convertirlo en un infame muñeco de acción. Y no está mal.
La autoparodia llegó para tratar de salvar el tedio que ha ocasionado la invasión de superpoderes en pantalla. Cuando parecía que no podíamos ver nada nuevo, este Thor va de los gritos de una auténtica drama queen hasta el chico bobalicón que compite en estupidez con Hulk.
En Marvel han comprendido que sus cintas no aspiran a ser tratados filosóficos u objeto de culto en una muestra de cine, son películas ultra comerciales que persiguen que los fans se desvivan una y otra vez por cada nuevo producto.
Waititi realiza una muy colorida ópera espacial en donde la idea, de nuevo, es servir como eslabón para la llegada de cintas más temerarias y a las que se le apuestan todas las canicas. Chris Hemsworth expone una vena cómica que ya le hemos visto en anteriores filmes, pero Thor no se lo había permitido.
Cate Blanchet está deliciosa en el papel de Hela y se nota que se divirtió enormidad. Pero también es visible que Marvel sigue sin dar con la fórmula para hacer atractivos a sus villanos. Loki (Tom Hiddleston) es la excepción y ha logrado fusionarse con el histrión para una simbiosis tan natural como la de Tony Stark (Robert Downey Jr.) o Scarlett Johansson con Black Widow.
Con Waititi se esperaban altos vuelos para el asgardiano. No fue así, pero al menos la necedad está garantizada.
Thor: Ragnarok (2017)
Director: Taika Waititi.
Guión: Eric Pearson, Craig Kyle, Christopher Yost.
Reparto: Chris Hemsworth, Cate Blanche, Tom Hiddleston, Idris Elba, Tessa Thompson, Jeff Goldblum.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Edición: Joel Negron, Zene Baker.