Jon Mikl Thor es un fisiculturista, actor y estuche de monerías originario de Vancouver, Canadá. Durante la década de los setenta y ochenta disfrutó ser un todo un personaje en su país natal porque además de levantar pesas, repetir diálogos y cocinar una deliciosa barbacoa al carbón (supongo), es cantante de heavy metal y protagonista de dos de las más exquisitas e hilarantes películas de horror clase B.
Los filmes que estelarizó son malos en cuestiones técnicas, los efectos especiales parecen creados por mi persona utilizando calcetines viejos y actuaciones inverosímiles, sin embargo, ahí radica su particular encanto.
Además, “Rock and Roll Nightmare” (1987) y Zombie Night (1986) están aderezadas con glam metal todo cursilón, repetitivo y melódico, con vestuarios sadomasoquistas y cabellos rellenos de Moco de Gorila.
Realmente son fantásticas de ver. ¿Por qué? Porque tienen todo lo que un fanático del cine clase b necesita: sangre por doquier, historias chuscas e increíbles, promociones veladas de empresas patrocinadas, escenas de sexo innecesarias y más falsas que los discursos pacíficos de Donald Trump, una banda de glam metal protagonista que sólo puede ser salvada por una persona: el vocalista, Jon Mikl Thor por supuesto.
Me encontré con estas cintas de pura casualidad porque confieso que desconocía la carrera de Thor. Por ahí leí que le hicieron un documental sobre su azarosa vida, que incluye un secuestro que destruyó sus sueños de conquistar Estados Unidos y llegar al mainstream, aunque en Canadá es un ídolo de culto.
“Rock and Roll Nightmare” ofrece unas escenas bien logradas que recuerdan a la introducción y conclusión de “Evil Dead” (1981) de Sam Raimi, unas simpáticas creaturas muy similares a “Critters” (1986) y una clara intención de participar en el subgénero slasher que estuvo tan en boga en la década de los ochenta.
La historia va así: Una banda de rock, acompañada de sus groupies o novias, deciden pernoctar en un hogar donde ocurren cosas misteriosas. ALERTA DE SPOILER: Obviamente, poco a poco empiezan a morir de la manera más absurda hasta que sólo queda uno que por supuesto es Thor, quien resulta ser un arcángel dispuesto a librar una batalla con el mal que incluye gomitas, gel, cabellos parados y humo provisto por Flash Gordon.
Si lo que te interesa es una propuesta filosófica metafísica, por supuesto no lo encontrarás, pero si quieres escuchar glam metal entretenido y actuaciones tan absurdas que te provocarán carcajadas, definitivamente estas son para ti.