Hace varios años ya que Bryan Singer llegó a Hollywood a cambiar el modo en que se hacían las películas basadas en cómics. Los “X-Men” fueron los personajes elegidos para ponerse serios y dejar que esos productos fueran simples acrobacias, efectos especiales ridículos y parlamentos laxos.
Antes hubo interesantes propuestas como el “Batman” de Tim Burton, pero no es hasta que Singer decide abordar la idea central de la historieta que este tipo de filmes adquieren niveles que no se habían visto antes: tomar a estos superhéroes como un grupo de marginados e incomprendidos que buscan encajar en un mundo de prejuicios.
Y parte de esta idea aparece en “X-Men: Apocalipsis”, pero sólo al principio, pues conforme la historia se desarrolla nos vamos olvidando que estamos ante personajes que quieren ser aceptados para adentrarnos en una lucha entre iguales que se resuelve de un modo poco alegre si pensamos que la principal amenaza para los héroes es un villano “todopoderoso”.
Una vez más vemos a un grupo de guionistas que decidieron nutrir el universo de los “hombres X” con más y más personajes y en vez de tener un agradable trabajo coral vemos que hay muchos nombres que aparecen sin que haya un desarrollo atractivo de sus causas y motivos.
Todavía peor: en las entregas anteriores de esta nueva trilogía vemos a un par de amigos que eligen caminos diferentes y están convencidos de que su postura es la correcta. Hay un enfrentamiento de ideologías, un diálogo constante en donde se contraponen ideas y esos duelos son mucho más impactantes que el intercambio de superpoderes. Los efectos especiales fueron el complemento, el argumento era sólido y tanto “villano” como “héroe” se convirtieron en carismáticos por igual.
Pero ahora tenemos a un mutante que despierta y quiere cambiar las cosas, de la nada, por capricho, sin tratar de comprender o asumiendo que la tiranía es el camino. Históricamente, las tramas con “malosos” cuyo única finalidad es el dominio mundial “porque quiero y puedo” son un fracaso, y el Apocalipsis de los X-Men es más débil de lo que parece.
El mismo filme parece burlarse de su condición en un momento en que los nuevos personajes discuten sobre las trilogías fílmicas y alguien comenta “ya sabemos que siempre las terceras partes son las peores”. Entre la confirmación del fracaso o la falta de entusiasmo por seguir con la línea presentada en “First Class” (2011) y “Días del futuro pasado” (2014), “Apocalipsis” está muy alejada del poderío presentado y transita más por el rumbo del blockbuster plagado de parafernalia y nada más por aportar.
¿Es entretenida? Sí. Seas fan de la saga en papel de “Apocalipsis” o no, ver cómo el universo de los “X-Men” se alza con orgullo, se destruye, renace y cae de nuevo es como cuando uno acudía a los puestos de revistas a tratar de emocionarte con cada nueva aventura y caer en cuenta de que todas las historias tienen picos y bajas. Ahora tocó a los mutantes caer, quizá para renacer en unos años como el Fénix -lo cual sería simbólico en extremo, aunque la escena al final de los créditos indica que vamos a ver otra cosa-.
El que Magneto (Michael Fassbender) sea más interesante que el propio líder que lo recluta -Apocalipsis (Oscar Isaac)- es ya una muestra de la desdibujada personalidad de los mutantes de reciente aparición: Psylocke (Olivia Munn) sólo aparece para lucir su encantadora figura y Ororo Munroe (Alexandra Shipp) no pasa de la adolescente que se deja impresionar y sigue al poderoso sin cuestionarse absolutamente nada.
Los argumentos para reclutar a los “jinetes” son tan tristes como la vida de Magneto, un tipo apabullado por la tragedia y a quien no le queda otra que validar una y otra vez que los “diferentes” no tienen cabida entre los que se siente puros, correctos y exactos. Pero, esa tesis palidece con un guión tan atropellado. Fassbender no sólo es el rostro bonito y elegante que conquista corazones, es un actor que puede sacar brillo hasta en las escenas más opacas y eso que aquí tiene muchas.
Y entre tantas subtramas, no hay a quién irle. Hay un desarrollo nimio de los nuevos personajes y los añejos siguen por la misma línea, destacando hasta el hartazgo la bipolaridad de Mystique (Jennifer Lawrence), reduciéndola a una repetición de la anterior cinta sin ningún tipo de evolución. Y eso que la de Kentucky ya demostró que puede hacer actoralmente lo que le dé en gana.
Hay destellos, como la escena de Quicksilver (Evan Peters) salvando el día, pero no son suficiente para levantar el apocalipsis, literal, porque la franquicia cayó otra vez en un punto muy bajo y esperamos que pronto pueda volver a levantarse. Ya lo hizo antes, no tendría porque no ocurrir de nuevo.
Los fans de hueso colorado, los de los cómics, probablemente no estén conformes con el manoseo de la historia, pero eso es lo de menos. Como consumidores de historietas deben de estar acostumbrados y por eso tantos universos han caído y se han reinventado con mucha fortuna. Para los amantes de las películas, pues habrán muchos guiños que les encantarán. En cuando a los cinematográfico, los hijos del átomo tendrán que seguir evolucionando y acordarse de sus orígenes, para dejar de lado el amor por la taquilla.
X-Men: Apocalipsis (2016)
Director: Bryan Singer.
Guión: Simon Kinberg.
Protagonistas: James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Oscar Isaac.
Fotografía: Newton Thomas Sigel.
Edición: Michael Louis Hill, John Ottman.
Texto publicado en Azteca Noticias.
Fotos de la página oficial de X-Men Apocalypse.
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