A cuatro años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el cineasta Hari Sama presentó en su formato original en plataformas de streaming el cortometraje documental “Ya nadie toca el trombón“, uno de los 26 trabajos que conformaron “Ayotzinapa 26”, trabajo que integró Amnistía Internacional sobre lo ocurrido a estudiantes de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, en septiembre de 2014.
En palabras de su autor, México es un país dolido por la violencia y el episodio en Iguala es sólo uno de muchos casos en los que las autoridades se han visto rebasadas por el crimen que impera en el país.
“Pienso que en México hay un grupo humano muy grande que vive presa del pánico, desatado por tanta violencia. Y lo que preocupa es que muchos se identifican con el victimario más que con las víctimas. Hay voces que dicen que los chavos se lo buscaron por bribones o piensan que cuando ofenden a una mujer en la calle es su culpa por vestir minifalda. Todavía peor, los muertos sólo se ven como un número, por eso busqué darle el lado humano al caso de los 43 en este cortometraje”, apunta.
El formato documental no es ajeno para Hari Sama, quien además de “Ya nadie toca el trombón” también tiene entre sus credenciales el filme “Sunka Raku”, del mismo género, la comedia “Sin ton, ni Sonia” y “El sueño de Lu”.
“Eran estudiantes que querían tener una mejor vida para ellos y su familia al igual que tú, que yo y que todos. Ese fue mi primer impulso, hacer una película que acercara a los desaparecidos con el espectador y ser tocados de corazón a corazón”, comenta.
Para tal fin se centró en Cutberto Ortiz.
“Me lancé a la lectura de las biografías de los 43 y di con Cutberto y descubrí cosas que me identificaron mucho con él. Decidí que tenía que conocerlo más y mejor. Claro que la única forma de hacerlo era a través de su gente amada. Al dialogar con su familia entendí que la única forma de hacer el cortometraje de manera honesta y limpia, para mí, era por medio de un documento visual donde el espectador conociera a la abuela, a sus amigos, sus parientes”, resalta.
Sama apunta que realizar el filme fue más difícil de lo que imaginó, no tanto por la logística, sino por las emociones que desataron los testimonios en él: “Encontrarme con sus familiares fue más doloroso de lo que pensé, estuvimos trabajando mucho con la ausencia y fue duro ver cómo se les ha desprovisto de un proceso de duelo porque no se les ha permitido enterrar a sus seres amados porque no sabemos dónde están”.
El cortometraje será parte del catálogo de la plataforma FilminLatino.