¡Por favor señores, ya basta! ¡Es el colmo, el acabose, un escándalo! Están transformando a los zombies en unos guiñapos. Los nuevos directores de cine los están convirtiendo en unos verdaderos parásitos sin motivación.
Sí, yo sé ¿qué otra motivación puede tener un muerto viviente además de no aceptar que se quedó a medias entre el mundo de los vivos y los muertos? Lo único que su poca consciencia les dicta es: Coman cerebros, destrocen, matan pero ustedes coman cerebros. Como la célebre zombie de “The Return of the Living Dead” (1985) que simplemente explicaba “¡The pain…. The pain!” como única razón para su búsqueda de material encefálica.
Y ahora, entre la grandes empresas cinematográficas y los directores noveles ávidos de hacer dinero nos están presentando cada cosa…. que bueno. Aunque el gran director George Romero no fue el primero en filmar películas con estos personajes, sí fue quien les dotó de las características que todos conocemos (con la ayudadita en los efectos especiales de Tom Savini, por supuesto).
Incluso le ofrecieron dirigir un episodio de la serie “The Walking Dead” pero simplemente dijo que poninas dijo popochas, porque esos personajes “no le pertenecen, no son suyos”. Y miren que yo solía ser fan de The Walking Dead, fui de las que tuve que necesitar suero y atención psicológica cuando murió El Gobernador, pero estoy de acuerdo con Romero: esos zombies simplemente “ya na’ que ver”.
Esta humilde fan de género prefiere a los muertes vivientes que no son unos tontines que sabes que te van a comer aunque tú corras como Usan Bolt. No me interesan, menos si tienen sentimientos como en “Mi novio es un zombie” (Cthultu, por favor, perdónalos) o una que transmiten muchísimo en televisión y que no recuerdo su nombre, con Mena Suvari.
Hay dos filmes que creo que realmente representan lo que debe ser un zombie: “Land of the dead” (2005) con Simon Baker, Asia Argento y John Leguizamo. En el filme los fallecidos caminantes toman conciencia de lo que son, que se han constituido como una sociedad aparte y que merecen respeto. No permitirán más ser atacados por los humanos indiscriminadamente, se defenderán y se unen para que nadie más pisotee sus derechos zombies. Así, exactamente como ocurre en las sociedades del mundo entero y con el trasfondo que siempre ha presentado Romero: una dura y atemporal crítica a la sociedad.
La otra es “Nightmare City” (1980) con el mil veces genial Hugo Stiglitz. El es papá de Chuck Norris , maestro de Charles Bronson y consejero espiritual de Liam Neeson, así que cualquier filme donde él aparezca, aunque el guión esté del nabo, pasará a la historia. El italiano Umberto Lenzi creó un zombies fuera de serie, capaces de manejar armas de alto calibre y pilotear aviones; los cerebros es lo de menos, su único sustento es la sangre que beben de sus víctimas, de ahí esa agresividad y el disfrute de matar por matar .
Zombies con motivaciones, eso es lo que pido. Un ser consciente de lo que es y se alce con la poca inteligencia que le queda para no fenecer totalmente y tomar el control del resto de la humanidad. Sí, maldad pura por maldad pura, sin recovecos para bondad.
Gracias por leerme hoy, les deseo un plato de sesos a la orange. O un Blooldy Mary.
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